sábado, 30 de junio de 2018

Revista austriaca de prensa: 1-VII-2018, por Mises Hispano.

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El crecimiento de la oferta monetaria baja de nuevo, llegando a su mínimo en 3 meses, por Mises Hispano.

El crecimiento la oferta monetaria cayó a su mínimo en tres meses en mayo de este año, continuando una bajada general en las tasas de crecimiento que se ha estado produciendo desde finales de 2016.

En mayo, el crecimiento interanual de la oferta monetaria cayó a un mínimo en los últimos tres meses, creciendo un 4,2%. Esto se encuentra por debajo de la tasa de abril de 2018 del 4,3%, pero sigue estando por encima del mínimo del 2,6% de noviembre de 2017:

tms1_0_0.pngLa métrica de oferta monetaria usada aquí (una medición austriaca o “real” de la oferta monetaria) es la métrica desarrollada por Murray Rothbard y Joseph Salerno y pretende proporcionar una medición mejor que la M2. El Instituto Mises ofrece ahora actualizaciones periódicas de esta métrica y su crecimiento.

La medición “austriaca” de la oferta monetaria difiere de la M2 en que incluye depósitos del tesoro en la Fed (y excluye depósitos a corto plazo, cheques de viaje y fondos monetarios de inversión).

El crecimiento de la M2 se aceleró en mayo de 2018, aumentando al 3,8%, comparado con la tasa de abril del 3,7%. Sin embargo, en General, las tasas de crecimiento de la M2 han caído considerablemente desde finales de 2016.

El crecimiento de la oferta monetaria puede ser a menudo una medición útil de la actividad económica. Durante los periodos de auge económico, la oferta monetaria tiende a crecer rápidamente al dar más préstamos los bancos. Por contrario, las recesiones tienden a estar precedidas por periodos de caída del crecimiento de la oferta monetaria.

Los factores que suponen diferencias entre la M2 y la medición de Rothbard-Salerno incluyen los depósitos del tesoro en la Fed, que han aumentado en meses recientes casi hasta máximos históricos. Rothbard-Salerno calcula la oferta monetaria incluyendo estos depósitos como dinero, mientras que la M2 no lo hace. Así que estos aumentos recientes en depósitos del tesoro generarán (en igualdad de condiciones) más crecimiento la oferta monetaria en la medición austriaca de la oferta monetaria que en la M2.

El método Rothbard-Salerno también elimina de la oferta monetaria los fondos monetarios de inversión y los depósitos a corto plazo. En meses recientes, tanto los fondos monetarios de inversión como los depósitos a corto plazo han estado aumentando. Así que estos aumentos, que aparecen en la M2, no se reflejan en la medición austriaca.

El resultado general ha sido una ligera mayor moderación en la medición austriaca de la oferta monetaria a lo largo de los últimos 18 meses de la que vemos en la medición M2. Podemos ver esto en la línea naranja, que muestra aquí la oferta monetaria total en miles de millones de dólares:

supply3.png¿Qué deberíamos deducir de esto? Las tasas de crecimiento a la baja (no necesariamente en territorio negativo) a menudo preceden a las crisis económicas. Sin embargo, sigue siendo imposible decir con alguna precisión cuánto es probable que tarde una precisión después de una caída notable en el crecimiento de la oferta monetaria.

eshut3_0.pngSin embargo, los declives de la oferta monetaria fueron los más grandes que hemos visto desde 2007 y señalan un empeoramiento de la actividad económica.

Por ejemplo, podemos ver esto parcialmente en la caída en la actividad del préstamo, ya que la actividad del préstamo en es un factor importante en la creación de dinero:


El artículo original se encuentra aquí.

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¿Fue la Guerra Civil Americana una “guerra civil”?, por Mises Hispano.

Esta es una pregunta que se debatirá siempre. Para los oyentes de Historical Controversies, ya he dado mi respuesta personal a esta pregunta en el episodio de presentación de la tercera temporada. Pero la relevancia de este debate, por muy insignificante que parezca a veces, me impulsa a exponer mi respuesta en forma de artículo para quienes puedan preferir ese formato.

¿Es inapropiado referirse a la Guerra Civil Americana como una “guerra civil”?

¿Qué es una “guerra civil”?

Advertid la distinción entre la “Guerra Civil” con mayúsculas, que se refiere al nombre apropiado del conflicto entre los Estados Unidos y los Estados Confederados de América desde 1861 a 1865, y la “guerra civil” con minúsculas, que se refiere a una categoría general de guerras sin ningún conflicto concreto referenciado. Una “guerra civil” en sentido general es una guerra que se ajusta a una categoría definida técnicamente y es aquí donde debe empezar siempre la pregunta de si la Guerra Civil Americana es un nombre inapropiado.

La definición que encontramos para la expresión general “guerra civil” puede variar ligeramente. Dictionary.com ofrece la siguiente definición: “una guerra entre facciones políticas o regiones dentro del mismo país”. Merriam-webster.com ofrece una definición similar, pero ligeramente distinta: “una guerra entre grupos opuestos de ciudadanos del mismo país”.

En la primera definición, está el adjetivo adicional de “regiones”, en lugar de solo “facciones políticas” o “grupos opuestos de ciudadanos”. Pero ambos diccionarios nos ofrecen la distinción cualificada de que la guerra tiene lugar “dentro del mismo país”.

En los episodios de Historical Controversies sobre los filibusteros en Nicaragua, hablo acerca de la guerra civil en Nicaragua. Durante este conflicto, hubo dos facciones políticas (los Democráticos y los Legitimistas) luchando por el control del mismo gobierno con jurisdicción sobre el mismo territorio unificado. No hubo disputa sobre las fronteras territoriales. No hubo reclamación de independencia en una región de Nicaragua para formar un gobierno territorialmente distinto para crear un país distinto. No hubo secesión.

La guerra civil en Nicaragua, como todas las guerras técnicamente civiles, se disputó por dos facciones pugnando por el control del mismo gobierno para gobernar el mismo territorio.

No fue este el caso en la Guerra Civil Americana (uso el adjetivo “americana”, en lugar de “estadounidense”, porque llamarla “Guerra Civil Estadounidense” supone tácitamente que fue técnicamente una guerra civil por el control de un país: Estados Unidos). La Guerra Civil Americana se produjo porque una región del país declaró su independencia política. En lugar de afirmar tener autoridad legítima sobre el territorio de todo Estados Unidos, el gobierno confederado afirmaba tener solo autoridad legítima sobre los estados secesionistas. Era un gobierno alternativo y adicional que se creaba como un país completamente independiente.

Estos son los hechos sencillos y minuciosos de la historia. Es verdad que la administración Lincoln rechazó reconocer la legitimidad de la secesión y por tanto se crearon argumentos legales destinados a tratar a los estados secesionistas como todavía sometidos al gobierno de Estados Unidos, pero, aunque se crea que esta es la postura constitucional correcta, esto no cambia el hecho de que los Estados Confederados no hicieron esta afirmación. No estaban luchando por el control político sobre Ohio, por ejemplo, o California. La guerra iniciada entre el gobierno centralizado de la Unión y el gobierno centralizado de la Confederación se refería al enfrentamiento entre independencia y unionismo y el asunto de dos fronteras nacionales alternativas.

¿Qué pasa con los estados y territorios individuales?

Puede argumentarse que la “Sangría de Kansas” (la guerra territorial por la legitimidad de los dos gobiernos en competencia durante la década de 1850) fue una verdadera guerra civil. La disputa en Kansas ciertamente se ajusta a la definición de “guerra civil”. Nadie estaba discutiendo las fronteras, luchando por la división o la independencia territorial y cada gobierno proclamaba su legitimidad única. En la medida en que la Sangría de Kansas fuera una guerra en absoluto, fue indudablemente una guerra civil.

Pero, por supuesto, incluso si esta disputa territorial hubiera sido una precursora de la Guerra Civil Americana, indudablemente no puede definir los términos del mucho mayor conflicto entre los dos gobiernos centrales de la década de 1860. Sería igualmente verdad para las disputas a nivel estatal que se produjeron dentro del contexto de la Guerra Civil Americana. La guerra de guerrillas de Missouri, por ejemplo, fue en muchos sentidos una extensión de la Sangría de Kansas, pero en esta las facciones buscaban el control del gobierno estatal. Sin embargo, esto no cambió el contexto de la polémica nacional.

Lo mismo podría decirse durante la disputa en Maryland, cuando los ciudadanos de Baltimore pelearon por el control de la ciudad, que, en un momento determinado, habían recurrido a la secesión de hecho en respuesta a las tropas de la Unión atravesando Baltimore. Otros estados vecinos tuvieron escaramuzas que podrían considerarse como guerras civiles a nivel estatal, incluyendo Kentucky, Tennessee y Virginia. Pero, como mucho, estas disputas fueron campañas dentro del contexto más amplio de la Guerra Civil Americana y sería difícil encontrar un historiador que argumentara que estas guerras se habrían producido sin la guerra nacional. Todo esto se aplicaría de la misma manera a las disputas que tuvieron lugar en los territorios del oeste durante la guerra.

Pero, salvo que nos fijemos en las escaramuzas específicas y aisladas que tuvieron lugar en estos territorios o estados, sería completamente incorrecto aplicar este contexto de escaramuzas locales a la disputa nacional. La Guerra Civil Americana sigue siendo un nombre técnicamente inadecuado.

¿Qué pasa con los nombres alternativos?

Incluso si aceptamos que Guerra Civil es una expresión inadecuada, eso no significa inmediatamente que debamos aceptar las alternativas preferidas que encontramos comúnmente. Cada una de estas merece también al menos algún examen.

La Guerra entre Estados – La alternativa más común al título “Guerra Civil” es la “Guerra entre Estados”. Es una alternativa popular porque reconoce la inadecuación de “guerra civil” sin sesgos aparentes con respecto a un bando u otro.

Pero, por desgracia, tampoco es válida. Llamar a la Guerra Civil Americana una “Guerra entre Estados” tampoco es válido por razones técnicas muy similares: olvida el hecho importante de que esta guerra fue una guerra en dos gobiernos nacionales distintos. Nunca hubo una guerra entre Ohio y Georgia y Nueva York y Florida (y así sucesivamente). Fue una guerra entre los Estados Unidos y los Estados Confederados; fue una guerra entre dos gobiernos centrales actuando en nombre de sus estados miembros.

La Guerra de la Agresión del Norte – Es otra alternativa común, normalmente ofrecida por personas que son menos tímidas en su visión personal sobre la parte agresora. La Guerra de la Agresión del Norte se originó durante la propia guerra (o incluso antes, ya que la “Agresión del Norte” era el fantasma que agitaban habitualmente los políticos sureños antes de dicha guerra).

Pero para que esta expresión sea apropiada, no solo hay que tener una comprensión precisa de los hechos históricos que son relevantes para la cuestión de la culpabilidad de la guerra, sino que hay que suscribir una filosofía ética concreta que define la agresión de una manera en la que el Norte, de acuerdo con los hechos históricos, sería culpable de una “agresión”. La cuestión filosófica de la agresión legítima creo que es importante. Pero no es históricamente importante: es una cuestión filosófica.

Relevante para el problema de la culpabilidad bélica en la Guerra Civil Americana es la cuestión de la legitimidad de la amenaza de agresión. La mayoría estará de acuerdo en que la amenaza de agresión equivale éticamente a una agresión como tal. Sin embargo, esto plantea la pregunta, a la vista de los hechos históricos, de si el gobierno de la Unión era culpable de amenazas legítimas o no. No pretendo resolver esta cuestión en este artículo. Solo quiero señalar que, aunque la mayoría esté de acuerdo en que las amenazas legítimas se consideraran como agresión, haría falta más que justificar la sensación subjetiva de estar siendo amenazado para considerarla como “amenaza legítima”. Así que es una cuestión complicada que solo puede resolverse estableciendo criterios muy estrictos (y difíciles de definir) para una “amenaza legítima” y solo entonces pueden introducirse en el debate los hechos históricos relevantes.

En resumen, mi rechazo a esta expresión no se basa en un tema de precisión histórica, sino en el reconocimiento del hecho de que casi con seguridad nunca habrá un consenso general sobre qué constituye una amenaza legítima y esa cuestión solo puede tratarse caso por caso. Es una cuestión para un mediador, no un historiador, y expresiones cargadas de intención como “la Guerra de la Agresión del Norte” (aunque se pueda estar de acuerdo personalmente con los juicios de valor que implica) no tienen un lugar en el análisis histórico.

La Guerra por la Independencia del Sur –  Esta última alternativa común para la “Guerra Civil Americana” es, a primera vista, también considerada como un nombre sesgado a favor del Sur. Pero al contrario que en la “agresión”, es posible definir estrictamente “independencia” en un sentido político. La definición relevante proporcionada por Merriam-webster.com define la independencia como “la calidad o estado de no estar bajo el control, supeditado o conectado con alguien o algo”. Esta definición es aplicable inequívocamente a los Estados Confederados de América.

La razón por la que la gente tiene una reacción instintiva ante el nombre “Guerra por la Independencia del Sur” como expresión sesgada a favor del Sur es porque la gente, especialmente los estadounidenses, tiene una tendencia natural a atribuir un valor positivo a la idea de la independencia política. Pero el hecho de que la gente tenga esta tendencia no elimina el hecho de que “independencia” es un término estrictamente definible independientemente de qué valor demos a la idea y la definición sin duda es aplicable a la Guerra Civil Americana.

Si se insiste en un nombre alternativo para el inadecuado de “guerra civil”, yo recomiendo la “Guerra por la Independencia del Sur” como el más preciso.

¿Era “guerra civil” un nombre de propaganda?

Uno de los mayores errores acerca del nombre inapropiado de “Guerra Civil Americana” es pensar que se creó como parte de una explicación propagandística de los unionistas. Al llamarla “Guerra Civil” negaban la legitimidad de la secesión y justificaban la acción militar del Norte. Independientemente de si el nombre tuvo o no este efecto, no parece ser la razón para su adopción.

Como mencioné en el episodio de Historical Controversies sobre la resistencia en Christiana, el conflicto que se preveía que fuera el resultado de la polémica sobre la esclavitud ya se estaba considerando como una “guerra civil” desde 1851. Independientemente de si su percepción era errónea o no, persiste el hecho de que la gente en la década de 1850 ya preveía una guerra y suponía que iba a ser una guerra “civil”. El que se equivocaran al final (al menos según la semántica técnica) no tiene importancia. Se trata de que llamar a la guerra “guerra civil” ya era parte del léxico estadounidense en tiempo de los primeros disparos de 1861.

Sin embargo, hubo un nombre propagandístico que difundió la Unión para conseguir apoyo en su esfuerzo bélico. La llamaron “Guerra de Rebelión”, que era parte del argumento legal de que la secesión era inconstitucional y los estados de Sur se encontraban en una rebelión, lo que significaba que el Congreso adoptaba acciones que la Constitución solo permitía en casos de rebelión, como la suspensión del habeas corpus (aunque incluso aceptando el argumento de la “rebelión” hay argumentos constitucionales contra la decisión ejecutiva de Lincoln de suspender el habeas corpus al ser un poder delegado al Congreso).

Por supuesto, el argumento de que la secesión del Sur fue un acto de rebelión es espurio e incluso el Tribunal Supremo en el Caso de las Recompensas relacionado con la legalidad del bloqueo naval del Norte, declaraba hipócritamente que los Estados Confederados eran a la vez una potencia extranjera y un grupo rebelde de ciudadanos (un bloqueo contra estados que no fueran una potencia extranjera habría sido inconstitucional).

Por supuesto, los sureños adoptaron el calificativo de “rebeldes” con orgullo y su grito de guerra se conoció como el “grito rebelde”. Pero esta respuesta al nombre de la Unión de “Guerra de Rebelión” no basta para afirmar que la secesión fue meramente un acto de rebelión. Aun así, lo más importante en este artículo es que el nombre inapropiado de “Guerra Civil” no parece haber sido un nombre de propaganda.

¿Por qué llamarla “guerra civil”?

Lo último que merece la pena tratar es el asunto de mi decisión personal de referirme a la Guerra Civil Americana por su inapropiado nombre común. Me doy cuenta de que es un nombre incorrecto, pero cualquiera familiarizado con mis artículos y podcast sabrá que nunca me refiero a ella como la más apropiada técnicamente “Guerra de la Independencia del Sur”.

Mi respuesta es sencilla: La Guerra Civil es lo que la gente en general sabe que es. El propósito de un nombre apropiado para cualquier guerra concreta es designar a qué conflicto específico de la historia global nos estamos refiriendo. Antes de la Segunda Guerra Mundial, llamábamos a la Primera Guerra Mundial la “Gran Guerra”. El nombre cambió en nombre de la claridad, no de la precisión. Se podría argumentar que llamar a cualquier de ambas guerras como “guerras mundiales” sería inapropiado, ya que la inmensa mayoría de los países del mundo no participaron en ella. ¿Pero para qué entrar en esa discusión semántica?

Hay un propósito pedagógico en explicar el error de calificar a la Guerra Civil Americana como una “guerra civil”, como una manera de ilustrar las particularidades del propio conflicto. Sin embargo, persiste el hecho de que cuando nos estamos comunicando con una persona concreta en Estados Unidos podemos estar seguros de que sabrá a qué conflicto nos estamos refiriendo con el nombre de “Guerra Civil”, aunque sea completamente consciente de la inadecuación técnica de la etiqueta.

Además, aunque me gusta defender la mayor precisión del nombre “Guerra de la Independencia del Sur”, también sé que usar esa expresión es una manera muy eficaz de enajenarme una parte de la población que no tendría ningún interés por ninguna explicación histórica que pueda dar. Podría estar de acuerdo en que es fallo suyo y no mío, pero si mi objetivo es una comunicación eficaz de la historia sería una táctica extraña utilizar tercamente un nombre que sé que tendrá este efecto, aunque crea que no debería tener ese efecto.

Aunque haya cierto propósito en tratar el nombre erróneo de la calificación de la “Guerra Civil Americana”, animo a todos los interesados por esta historia a que traten de fijarse en el asunto más importante de la propia historia y las lecciones importantes que podemos obtener de aprender historia. Reñir por calificativos, sin que importe lo correctas que sean nuestras objeciones, tiene una tendencia posterior a alejarse de las lecciones reales de la historia. Nos guste o no, el nombre inadecuado que ha sido aceptado históricamente y está universalmente incrustado en las cabezas de la población estadounidense no va a cambiar.


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Los grandes planes de Trump para el gasto en defensa no son suficientes para este Think Tank de Washington, por Mises Hispano.

A principios de este mes, el SIPRI (Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo) que monitorea el gasto militar mundial, publicó su último informe. Para sorpresa de nadie, los EE. UU., encabezaron la lista, con más gasto que los siguientes siete grandes derrochadores combinados.

Según el informe, en 2017 Estados Unidos gastó 610 mil millones de dólares, mientras que China gastó 228 mil millones. El resto de la lista se involucró en cantidades minúsculas de gasto en comparación, con Rusia que gastó 66 mil millones, el Reino Unido 47 mil millones, y Japón 45 mil millones – por enumerar solo algunos ejemplos.

sipri1.jpgFuente: SIPRI, los totales están en miles de millones de dólares.

También fue notable el hecho de que Rusia cayó del tercer al cuarto lugar entre los que más gastan. Esto ocurrió debido a una disminución en el gasto ruso y a un aumento en el gasto saudita. De acuerdo con SIPRI:

El gasto militar de los Estados Unidos se mantuvo sin cambios en 2017, en $ 610 mil millones. China aumentó su gasto militar en un 5,6 por ciento, Arabia Saudita en un 9,2 por ciento e India en un 5,5 por ciento, mientras que el gasto de Rusia cayó en un 20 por ciento.

Tanto Rusia como Estados Unidos continúan superando con creces a todos los demás estados en términos de reservas nucleares. Además, incluso con el aumento del gasto chino, la capacidad de los Estados Unidos para desplegar armas nucleares supera con creces la de cualquier cosa que los chinos puedan ofrecer.

nuclear.png

Fuente: Federación de Científicos Estadounidenses.

Vista a la luz del poder disuasorio de las enormes reservas nucleares de los EE.UU., la capacidad militar de este país es mucho mayor de lo que sugiere el informe del SIPRI.

Sin embargo, hay algunos en Washington que año tras año se lamentan por la forma en que el ejército estadounidense está siendo despojado de sus fuerzas, y que los Estados Unidos deben “reconstruir” su capacidad militar.

El miércoles, el American Enterprise Institute (AEI) publicó un nuevo informe que afirma que el gobierno de los EE.UU., está encaminado hacia una “financiación insuficiente” de la “estrategia de defensa nacional”.
Esto es lo que se espera de AEI, por supuesto, que durante mucho tiempo asumió una postura muy agresiva y militar en materia de defensa.

Esta vez, el AEI se queja de que, a menos que la administración Trump exija con más fuerza un mayor gasto militar, “se irá a pique en 2020” y el resultado será unos “insuficientes de recursos” de su capacidad.

Aunque el informe AEI intenta retratar el gasto militar como austero, la más gente común, es decir, los que realmente pagan las cuentas, podría observar el presupuesto militar y ver que el gasto militar propuesto en 2018 es uno de los más grandes de todos los tiempos.

De hecho, cuando se ajustó la inflación, el gasto en el Departamento de Defensa en 2017 fue más alto de lo que fue durante la acumulación de Reagan en los años ochenta. El presupuesto estimado para 2018 será de 20 mil millones por encima de eso.

military1.pngFuente: Oficina de Administración y Presupuesto, Tabla 4.1, Desembolsos por agencia.

Sin embargo, como ha señalado Robert Higgs, los gastos del Pentágono son solo una parte de lo que los contribuyentes están gastando en “defensa”. Higgs señala, por ejemplo, que el arsenal nuclear se paga en gran medida a través del Departamento de Energía, y estos presupuestos tampoco incluyen el interés que debe pagarse en los déficits pasados ​​incurridos para financiar el gasto militar.

En aras de la simplicidad, sin embargo, consideraremos solo el gasto en Seguridad Nacional, el gasto de la Administración de Veteranos y el gasto del Departamento de Defensa. El gasto de los veteranos, después de todo, no es más que un gasto de personal diferido que es esencial para los esfuerzos de reclutamiento y retención del Departamento de Defensa. No es distinto del gasto militar. El gasto del Departamento de Seguridad, mientras tanto, es una forma conveniente de militarizar las fuerzas policiales locales y aumentar los poderes de la policía federal en el frente doméstico a pesar de las restricciones impuestas a los militares por la Ley Posse Comitatus.

Entonces, si combinamos estos tres departamentos, encontramos que el gasto militar está muy por encima de lo que era en los días de la Guerra Fría:

spending3.jpg

Fuente: Oficina de Administración y Presupuesto, Tabla 4.1, Desembolsos por agencia.

En conjunto, se espera que este gasto llegue a $ 840 mil millones en 2018.

Nada de esto hace decir que la enorme acumulación militar de Reagan representaba la cantidad “correcta” de gasto militar. Como ha señalado Richard Ebeling de The Citadel Military College, no tenemos una medida no arbitraria del gasto de defensa.
Ebeling escribe:

Pero, ¿vale la pena la cantidad elegida por el gobierno y el tipo de defensa nacional y seguridad nacional? No lo sabemos En una economía de libre mercado, hay una competencia bilateral. Los demandantes deben decidir cuánto están dispuestos a ofertar y pagar para comprar los productos deseados en competencia con otros compradores también interesados ​​en comprarlos. Los proveedores juzgan en qué costos monetarios podrían estar dispuestos a llevar ciertos tipos y cantidades de productos al mercado, en competencia con otros rivales del lado de la oferta también interesados ​​en comprar o contratar algunos de los escasos recursos, capital y servicios laborales, según lo que estiman que los demandantes dispuestos puedan pagar cuando los diversos bienes que producen estén listos para ser ofrecidos en el mercado.

Pero con un “bien público” como la defensa nacional o la seguridad nacional, es un conjunto de políticos, burócratas y grupos de interés del sector privado deseosos de obtener contratos con el estado o beneficiarse indirectamente de tales gastos gubernamentales que deciden interactivamente cuánta y qué tipo de defensa nacional y seguridad nacional habrá a expensas de los contribuyentes. Son los “planificadores centrales” unidos que deciden sobre la cantidad y las formas de tales “bienes públicos”.

No son los ciudadanos reales de la sociedad quienes demuestran sus preferencias y juicios valiosos sobre la cantidad y los tipos de estos “bienes públicos” que creen que son necesarios y por los que vale la pena al elegir cuánto quieren gastar en tales tipos y combinaciones de defensa y seguridad. Por lo tanto, no hay forma de estar seguro o de calcular cuánta defensa y “seguridad” desean y que reflejen los valores y preferencias de la ciudadanía ya que no “votan” por ellos de la misma manera que lo hacen como participantes cotidianos del mercado. En el mercado, “votamos” con nuestros dólares gastados voluntariamente, y cada uno de nosotros elige los tipos y combinaciones de bienes y servicios que sirven para nuestros fines y propósitos, incluso cuando esto difiere notablemente de las elecciones de mercado de muchos otros en la sociedad.

Tampoco el ejército mismo sabe lo que hace con el dinero que recibe. No debe olvidarse que se descubrió que el Ejército había reducido el número de billones de dólares en gastos. Reuters informó en 2016 que “el Departamento de Defensa falsificó en gran escala la contabilidad mientras se apresuró a cerrar sus libros. Como resultado, no ha habido manera de saber cómo el Departamento de Defensa – de lejos la mayor parte del presupuesto anual del Congreso – gasta el dinero del público.”

Por esta razón, no es sorprendente que el informe AEI no pueda apuntar a ninguna medida objetiva del gasto de defensa. En cambio, el informe hace una serie de afirmaciones sobre los totales de las tropas y los presupuestos anteriores. Corta y recorta los datos para que parezca como si los militares se estuvieran extinguiendo.

Pero así como el valor de una armada no se mide por la cantidad de barcos que tiene, tampoco el valor de una fuerza militar se mide por la cantidad de personal. Ni es menos que arbitrario afirmar que “el monto del año pasado fue X, por lo que la cantidad correcta este año debe ser X más 50 mil millones”.
Además, es importante notar que una gran diferencia entre quienes recortan el presupuesto y los que gastan grandes cantidades de dinero es que es la facción pro-gasto la que está pidiendo más gasto, mayores déficits y un expansionismo militar cada vez mayor en todo el mundo.

Por lo tanto, la carga de la prueba para su caso recae sobre ellos.

Y están tratando de exponer el caso con furia, con la esperanza de que nadie se dé cuenta de que Estados Unidos está fuera del mapa en términos de gasto militar mundial. Desafortunadamente, sospecho que tendrán éxito.


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Cómo Keynes se hizo cargo del mundo, por Mises Hispano.

La Teoría general de Keynes fue, al menos a corto plazo, uno de los más resplandecientes libros de éxito de todos los tiempos. En unos pocos años, su teoría “revolucionaria” había conquistado la profesión económica y pronto transformaría la política pública, mientras arrasaba la economía pasada de moda, sin honor ni reconocimiento, mandándola al vertedero de la historia.

¿Cómo alcanzó esto? Keynes y sus seguidores responderían, por supuesto, que la profesión sencillamente aceptó una verdad brillantemente evidente. Y, aun así, la Teoría general no era verdaderamente revolucionaria en absoluto, sino solo únicamente falacias mercantilistas e inflacionistas refutadas a menudo, disfrazadas con una nueva ropa brillante, repleta de una jerga recién creada y en buena medida incomprensible. ¿Por qué, entonces, este gran éxito?

Parte de la razón, como ha señalado Schumpeter, es que los gobiernos y el clima intelectual de la década de 1930 estaban maduros para dicha conversión. Los gobiernos siempre buscan nuevas fuentes de ingreso y nuevas maneras de gastar dinero, a menudo no sin desesperación; aun así, la ciencia económica, durante más de un siglo, había alertado desagradablemente en contra de la inflación y el gasto en déficit, incluso en tiempos de recesión.

Los economistas (a quienes Keynes iba a agrupar en una categoría y desdeñaba como “clásicos” en la Teoría general) eran los gruñones del pícnic, lanzando cortinas de pesadumbre sobre los intentos de los gobiernos de aumentar su gasto. Ahora aparecía Keynes, con su moderna economía “científica”, diciendo que los antiguos economistas “clásicos” se había equivocado en todo: que, por el contrario, la tarea moral y científica del gobierno era gastar, gastar y gastar; incurrir en un déficit tras otro para salvar a la economía de vicios como el ahorro y los presupuestos equilibrados y el capitalismo desatado y generar recuperación desde la depresión. ¡Qué bienvenida iba a ser la economía keynesiana para los gobiernos del mundo!

Además, los intelectuales de todo el mundo se estaban convenciendo de que el capitalismo de laissez faire no podía funcionar y de que fue el responsable de la Gran Depresión. Comunismo, fascismo y diversas formas de socialismo y economía controlada se convirtieron en populares por esa razón durante la década de 1930. El keynesianismo era perfectamente apropiado para este clima intelectual.

Pero también había fuertes razones internas para el éxito de la Teoría general. Al vestir su nueva teoría con una jerga impenetrable, Keynes creaba una atmósfera en la que solo valerosos jóvenes economistas podían entender la nueva ciencia: ningún economista de más de treinta años podía entender la Nueva Economía. Los economistas mayores, que, comprensiblemente, no tenían paciencia para las nuevas complejidades, tendían a rechazar la Teoría general como una tontería y rechazaban atacar la obra formidablemente incomprensible. Por el contrario, los jóvenes economistas y estudiantes universitarios, inclinados hacia el socialismo, aprovecharon las nuevas oportunidades y se dedicaron a la provechosa tarea de averiguar qué decía la Teoría general.[1]

Pul Samuelson ha escrito sobre la alegría de tener menos de 30 años cuando se publicó en 1936 la Teoría general, exultante, como Wordsworth, “La dicha era en ese amanecer estar vivo, pero ser joven era estar en el mismo cielo”. Pero es este mismo Samuelson que aceptaba entusiastamente la nueva revelación el que también admitía que la Teoría general

es un libro mal escrito; mal organizado. (…) Tiene abundantes espejismos de confusiones. (…) Creo que no estoy revelando ningún secreto cuando afirmo solemnemente (sobre la base de un recuerdo personal vívido) que nadie más Cambridge, Massachusetts, realmente supo de qué trataba durante doce o dieciocho meses después de su publicación.[2][3]

Debe recordarse que la ahora familiar cruz keynesiana, los diagramas IS-LM y el sistema de ecuaciones no estaban disponibles para quienes intentaban desesperadamente entender la Teoría general cuando se publicó el libro; de hecho, llevó 10 a 15 años de incontables horas de trabajo humano entender el sistema keynesiano. A menudo, como en el caso tanto de Ricardo y Keynes, cuanto más oscuro sea el contenido, más éxito tiene el libro, ya que los investigadores más jóvenes acuden a él, convirtiéndose en acólitos.

También fue importante para el éxito de la Teoría general el hecho de que, igual que una guerra crea un gran número de generales, la revolución keynesiana y su rudo empujón a un lado de la generación mayor de economistas creó un mayor número de vacantes para keynesianos más jóvenes tanto en la profesión como en el gobierno.

Otro factor crucial en el repentino y abrumador éxito de la Teoría general fue su origen en la universidad más aislada del centro nacional económico más dominante del mundo. Durante un siglo y medio, Gran Bretaña se había arrogado el papel dominante en la economía, con Smith, Ricardo y Mill engrandeciendo esta tradición. Hemos visto cómo Marshall estableció su predominio en Cambridge y que la economía que desarrolló era esencialmente una vuelta a la tradición clásica de Ricardo/Mill.

Como eminente economista de Cambridge y alumno de Marshall, Keynes tenía una importante ventaja a la hora de extender el éxito de las ideas en la Teoría general. Podemos decir con seguridad que si Keynes hubiera sido un oscuro enseñante de economía en una pequeña universidad del medio oeste estadounidense, su obra, en el improbable caso de que hubiera encontrado un editor, habría sido completamente ignorada.

En esos días anteriores a la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña, no Estados Unidos, era el centro mundial más prestigioso de enseñanza económica. Aunque la economía austriaca había florecido en Estados Unidos antes de la Primera Guerra Mundial (en las obras de David Green, Frank A. Fetter y Herbert J. Davenport), las décadas de 1920 y principios de 1930 fueron en buena parte un terreno estéril para la teoría económica. Los institucionalistas ant teóricos dominaron la economía estadounidense durante este periodo, dejando un vacío que a Keynes le fue fácil llenar.

También fue importante para su éxito la tremenda talla como líder intelectual y políticoeconómico de Keynes en gran Bretaña, incluyendo su papel como participante y luego severo crítico del Tratado de Versalles. Como miembro del grupo de Bloomsbury, también fue importante en los círculos culturales y artísticos británicos.

Además, debemos darnos cuenta de que en los días anteriores a la Segunda Guerra Mundial solo una pequeña minoría en cada país iba a la universidad y de que en Gran Bretaña su número era pequeño y estaban geográficamente concentradas. Como consecuencia, había muy pocos economistas o maestros de economía británicos y se conocían todos entre sí. Esto creaba un espacio considerable para la personalidad y el carisma que ayudó a convertir a la profesión a la doctrina keynesiana.

La importancia de factores externos como el carisma personal, la política y el oportunismo en la carrera fueron particularmente fuertes entre los discípulos de F.A. Hayek en la London School of Economics. Al principio de la década de 1930, Hayek en la LSE y Keynes en Cambridge estaban en los antípodas en la economía británica, con Hayek convirtiendo a muchos de los principales economistas jóvenes de Gran Bretaña a la teoría austriaca (es decir, misesiana) monetaria, del capital y del ciclo económico.

Además, Hayek, en una serie de artículos, había destrozado brillantemente la obra anterior de Keynes, su tratado sobre la moneda en dos tomos, y muchas de las falacias que había expuesto Hayek se aplicaban igualmente bien a la Teoría general.[4][5][6] Así que, para los alumnos y seguidores de Hayek, debe decirse que ya lo sabían. Nel campo de la teoría, ya habían sido vacunados contra la Teoría general. Y aun así, a finales de la década de 1930 todos los seguidores de Hayek habían saltado al tren keynesiano, incluyendo a Lionel Robbins, John R. Hicks, Abba P. Lerner, Nicholas Kaldor, G.L.S. Shackle y Kenneth E. Boulding.

Tal vez la conversión más asombrosa fuera la de Lionel Robbins: Solo Robbins se había convertido a la metodología misesiana al tiempo que a la teoría monetaria y del ciclo económico, sino que asimismo había sido un activista radical pro-austriaco. Converso desde su asistencia al privatseminar de Mises en Viena en la década de 1920, Robbins, altamente influyente en el departamento de economía de la LSE había tenido éxito en traer a Hayek a la LSE en 1931 y en traducir y publicar las obras de Hayek y Mises.

A pesar de ser un crítico desde hacía mucho tiempo de la doctrina keynesiana antes de la Teoría general, la conversión de Robbins al keynesianismo aparentemente se fraguó cuando trabajó como colega de Keynes en la planificación económica en tiempo de guerra. Hay en el diario de Robbins una nota decidida de éxtasis que tal vez contribuyera a su asombrosa humillación al repudiar su obra misesiana, La Gran Depresión (1934).

El repudio de Robbins se publicó en su Autobiografía de 1971: “siempre consideraré este aspecto de mi disputa con Keynes como el mayor error de mi carrera profesional y el libro que escribí como consecuencia, La Gran Depresión, en parte como justificación de esta actitud, como algo que desearía que se olvidara”.[7] Las anotaciones en el diario de Robbins sobre Keynes durante la Segunda Guerra Mundial solo pueden considerarse una visión personal absurdamente entusiasta. Aquí está Robbins en una conferencia preparatoria previa a Bretton Woods en Atlantic City en 1944:

Keynes estaba en su modo más lúcido y persuasivo: y el efecto era irresistible (…). Keynes debe ser uno de los hombres más notables que haya vivido nunca: la rápida lógica, la amplia visión, sobre todo la incomparable sensación del ajuste de las palabras, todo se combina para hacer algo varios grados más allá del límite de los logros humanos ordinarios.

Solo Churchill, continúa diciendo Robbins, es de una estatura comparable. Pero Keynes es mayor, pues él

utiliza el estilo clásico de nuestra vida y lenguaje, es cierto, pero se ve atravesado por algo que no es tradicional, una cualidad única no terrenal de la que uno solo puede decir que es puro genio. Los estadounidenses se sentaban en trance mientras el visitante, como un dios, cantaba y la luz dorada le rodeaba.[8]

Este tipo de adulación solo puede significar que Keynes poseía algún tipo de fuerte magnetismo personal al que era susceptible Robbins.[9]

Esencial en la estrategia de Keynes de engañar con la Teoría general había dos afirmaciones: primero, que estaba revolucionando la teoría económica, y segundo, que era el primer economista (aparte de unos pocos personajes “subterráneos”, como Silvio Gesell) que se concentraba en el problema del desempleo. Todos los economistas anteriores, a los que despreciaba conjuntamente como “clásicos”, decía, suponían un pleno empleo e insistían en que le dinero no era sino un “velo” para los procesos reales y por tanto no era una presencia perturbadora en la economía.

Uno de los conceptos más desafortunados de Keynes fue su errónea interpretación de la historia del pensamiento económico, ya que su devota legión de seguidores aceptó las erróneas opiniones de Keynes en la Teoría general como la última palabra sobre el asunto. Algunos de los errores altamente influyentes de Keynes pueden atribuirse a la ignorancia, ya que tuvo poca formación en la materia y principalmente leía obras de sus colegas de Cambridge. Por ejemplo, es un burdamente distorsionado resumen de la ley de Say (“la oferta crea su propia demanda”), crea un hombre de paja y procede a demolerlo con facilidad (1936: p. 18).

Esta reescritura errónea y engañosa de la ley de Say fue posteriormente repetida (sin citar a Say o a cualquiera de los demás defensores de la ley) por Joseph Schumpeter, Mark Blaug, Axel Leijonhufvud, Thomas Sowell y otros. Una mejor formulación de la ley es que la oferta de un bien constituye demanda de uno o más de otros bienes.[10]

Pero no puede alegarse ignorancia en la afirmación de Mises de que él era el primer economista en tratar de explicar el desempleo o superar la suposición de que el dinero es un mero velo que no ejerce ninguna influencia importante en el ciclo económico de la economía. Aquí debemos atribuir a Keynes una deliberada campaña de mendacidad y engaño, que hoy podría llamarse eufemísticamente como “desinformación”.

Keynes sabía muy bien de la existencia de las escuelas austriaca y de la LSE, que habían florecido en Londres ya en la década de 1920 y más evidentemente desde 1931- Él mismo había debatido con Hayek, el principal austriaco en la LSE, en las páginas de Economica, la revista de la LSE. Los austriacos en Londres atribuían el desempleo a gran escala a mantener los salarios por encima del nivel de mercado al combinar acción sindical y gubernamental (por ejemplo, con pagos de seguro de desempleo extraordinariamente generosos).

Las recesiones y ciclos económicos se atribuían a la expansión monetaria y del crédito bancario, alimentada por el banco central, que ponía los tipos de interés por debajo de los niveles de reales de preferencia temporal y creaban sobreinversión en bienes de capital de orden superior. Éstos tenían que liquidarse luego mediante una recesión, que a su vez se producirá cuando se detenga la expansión del crédito. Aunque no estuviera de acuerdo con este análisis, es inconcebible que Keynes ignorara la misma existencia de esta escuela de pensamiento entonces prominente en Gran Bretaña, una escuela que nunca se hubiera construido ignorando el impacto de la expansión monetaria sobre el estado real de la economía.

Con el fin de conquistar el mundo de la economía con su nueva teoría, era crítico para Keynes destruir a sus rivales dentro de la misma Cambridge. En su mente, quien controlaba Cambridge controlaba el mundo. Su rival más peligroso era el sucesor elegido de Marshall y antiguo profesor de Keynes, Arthur C. Pigou. Keynes empezó su campaña sistemática de destrucción contra Pigou cuando Pigou rechazó su posición previa en el Tratado del dinero, momento en que Keynes también rompió con su antiguo alumno e íntimo amigo Dennis H. Robertson, por rechazar alinearse contra Pigou.

El error más clamoroso de la Teoría general y uno que sus discípulos aceptaron sin cuestionarlo, es la absurda explicación de la opinión de Pigou sobre el dinero y el desempleo en la identificación de Pigou como el principal economista “clásico” contemporáneo que supuestamente creía que siempre hay pleno empleo y que el dinero es meramente un velo que no causa disrupciones en la economía, ¡esto sobre un hombre que escribió Fluctuaciones industriales en 1927 y Teoría del desempleo en 1933, en las que explica extensamente el problema del desempleo! Además, en un libro posterior, Pigou repudia explícitamente la teoría del velo monetario y destaca la esencial centralidad del dinero en la actividad económica.

Así que Keynes arremetió contra Pigou supuestamente por sostener la “convicción (…) de que el dinero no supone ninguna diferencia real excepto friccionalmente y que la teoría del desempleo puede deducirse (…) como si se basara en intercambios ‘reales’”. Todo un apéndice al capítulo 19 de la Teoría general está dedicado a atacar a Pigou, incluyendo la afirmación de que escribía solo en términos de intercambios y salarios reales, no salarios monetarios y en que solo asumía niveles salariales flexibles (Keynes 1936: pp. 19-20, pp. 272-279).

Pero, como apunta Andrew Rutten, Pigou realizó un análisis “real” solo en la primera parte de su libro: en la segunda parte, no solo introducía el dinero, sino que apuntaba que cualquier abstracción del dinero distorsiona el análisis y que el dinero es crucial para cualquier análisis del sistema de intercambio. El dinero, dice, no puede abstraerse ni actuar de manera neutral, así que “la tarea de esta parte debe ser determinar de qué forma el factor monetario hace que la cantidad media y la fluctuación en el empleo sean distintos de los que habrían sido en otro caso”.

Por tanto, añadía Pigou, “es ilegítimo abstraerse del dinero [y] dejar todo lo demás igual. La abstracción propuesta es del mismo tipo que supondría pensar quitando el oxígeno de la tierra  y suponer que la vida humana continúa existiendo” (Pigou 1933: pp. 185, 212).[11] Pigou analizaba extensamente la interacción de la expansión monetaria y los tipos de interés junto con los cambios en las expectativas y explicaba explícitamente el problema de los salarios monetarios y los precios y salarios “rígidos”.

Así que está claro que Keynes tergiversó seriamente la postura de Pigou y que esta tergiversación era deliberada, ya que si Keynes había leído cuidadosamente a algunos economistas, sin duda leyó a los más importantes de Cambridge, como era Pigou. Aun así, como escribe Rutten, “Estas conclusiones no deberían ser una sorpresa, ya que hay bastantes evidencias de que Keynes y sus seguidores tergiversaron a sus predecesores”.[12] El hecho de que Keynes se dedicara a un engaño sistemático y de que sus sucesores continuaran repitiendo el cuento de hadas acerca del ciego “clasicismo” de Pigou muestra que hay una razón más profunda para la popularidad de su leyenda en círculos keynesianos. Como escribe Rutten:

Hay una posible explicación de la repetición del cuento de Keynes y los clásicos. (…) Es que el cuento habitual es popular porque ofrece simultáneamente una explicación y una justificación del éxito de Keynes: sin la Teoría General seguiríamos estando en la edad oscura de la economía. En otras palabras, el cuento de Keynes y los Clásicos es una evidencia para la Teoría General. De hecho su uso sugiere que puede ser la evidencia más convincente disponible. En este caso, la prueba de que Pigou no sostenía la postura a él atribuida es (…) una evidencia contra Keynes. (…) [Esta conclusión] genera la seria pregunta del estado metodológico de una teoría que de basa tan fuertemente en una evidencia falsificada. (ibíd.: p. 15).

En su crítica de la Teoría general, Pigou fue adecuadamente desdeñoso acerca de la “macedonia de tergiversaciones” de Keynes y aun así fue tal el poder de esta marea de opinión (o del carisma de Keynes) que para 1950, tras la muerte de Keynes, Pigou había realizado el mismo tipo de abyecta retractación en la que se vio envuelto Lionel Robbins, a quien Keynes había intentado por mucho tiempo hacer que luchara a su favor.[13][14][15]

Pero Keynes empleó tácticas en la venta de la Teoría general distintas de la confianza en su carisma y el engaño sistemático. Se ganó el favor de sus estudiantes alabándoles de forma extravagante y les colocó deliberadamente contra los no keynesianos en a facultad de Cambridge ridiculizando a sus colegas delante de sus estudiantes y animándoles a acosar a sus colegas de facultad. Por ejemplo, Keynes incitaba a sus alumnos con particular saña contra Dennis Robertson, su antiguo amigo.

Como Keynes sabía demasiado bien, Robertson era dolorosa y extraordinariamente tímido, hasta el punto de comunicare con su veterano y fiel secretario, cuya oficina estaba contigua a la suya, solo mediante memorandos escritos. Las lecciones de Robertson estaban completamente escritas por adelantado y a causa de su timidez rechazaba responder a cualquier pregunta o implicarse en cualquier discusión con sus estudiantes o sus colegas. Así que era una tortura especialmente diabólica para los discípulos radicales de Keynes, liderados por Joan Robinson y Richard Kahn, perseguir y burlarse de Robertson, acosándolo con preguntas maliciosas y retándolo a debatir.[16]


El artículo original se encuentra aquí.

 

[1] Harry escribía la estrategia agudamente: “En este proceso, ayuda enormemente dar a viejos conceptos nuevos y confusos nombres. (…) la nueva teoría tenía que tener el grado apropiado de dificultad para ser entendida. Este es un problema complejo en el diseño de nuevas teorías. La nueva teoría tenía que ser tan difícil de entender que los colegas académicos veteranos no la encontraran ni fácil ni digna de estudio, de forma que gastarían sus esfuerzos en tema teóricos periféricos, ofreciéndose así como un mercado sencillo para la crítica y el rechazo por parte de sus colegas más jóvenes y más hambrientos. Al mismo tiempo, la nueva teoría tenía que parecer a la vez lo suficientemente difícil como para desafiar el interés intelectual de los colegas jóvenes y estudiantes, pero en realidad lo suficientemente sencilla para ellos como para dominarla adecuadamente con una inversión suficiente de empeño intelectual. La Teoría general de Keynes conseguía alcanzar estos objetivos: arrincona claramente a los investigadores veteranos y establecidos, como Pigou y Robertson, habilitaba a los más emprendedores de edad media y media-baja como Hansen, Hicks y Joan Robinson para ponerse al frente y dirigir el convoy y permitía a toda una generación de estudiantes (…) escapar del proceso lento y destructor de almas de adquirir sabiduría por ósmosis de sus mayores y la literatura en un ámbito intelectual en el que la iconoclastia juvenil podía recibir rápidamente recompensa (al menos a sus ojos) mediante la demolición de las pretensiones intelectuales de sus mayores y predecesores. La economía, maravillosamente, podía reconstruirse desde cero sobre la base de un poco de comprensión keynesiana y un alejamiento y desdén por la literatura existente, y eso es lo que pasó” (1978, pp. 188-189).

[2] Samuelson, Paul A. 1948 [1946]. “Lord Keynes and the General Theory”, en Harris 1948. Apareció originalmente en Econometrica (Julio de 1946).

[3] Hodge, Ian. 1986. Baptized Inflation. Tyler, Tex.: Institute for Christian Economics.

[4] Hayek, Friedrich A. 1931a. “Reflections on the Pure Theory of Money of Mr. J. M. Keynes”. Economica 11.

[5] Hayek, Friedrich A. 1931b. “A Rejoinder to Mr. Keynes”. Economica 11.

[6] Hayek, Friedrich A. 1932. “Reflections on the Pure Theory of Money of Mr. J.M. Keynes (continued)”. Economica 12

[7] Robbins, Lionel, Autobiography of an Economist. Londres: Macmillan.

[8] Hession, Charles H. 1984. John Maynard Keynes. Nueva York: Macmillan.

[9] El biógrafo de Robbins, D.P. O’Brien trabaja duro para sostener que, a pesar de que admite que es una “elaborada” y “exagerada contricción”, Robbins en el fondo nunca se convirtió al keynesianismo. Pero O’Brien no es convincente, ni siquiera tras tratar de demostrar cómo Robbins farfullaba sobre algunas cosas. Además, O’Brien admite Robbins dejó de lado su postura misesiana en macroeconomía y no menciona el asombroso tratamiento de Keynes como “casi un dios” (O’Brien 1988: pp. 14-16, 117-120).

[10] Hutt, William H. 1974. A Rehabilitation of Say’s Law. Columbus: Ohio State University Press.

[11] Pigou, A.C. 1933. The Theory of Unemployment. Londres: Macmillan.

[12] Rutten, Andrew. 1989. “Mr. Keynes on the Classics: A Suggestive Misinterpretation?” Inédito.

[13] Pigou, A.C. 1950. Keynes’s General Theory: A Retrospective View. Londres: Macmillan.

[14] Johnson, Elizabeth, y Harry G. Johnson. 1978. The Shadow of Keynes. Oxford: Basil Blackwell.

[15] Corry, Bernard. 1986. “Keynes’s Economics: A Revolution in Economic Theory or Economic Policy?” en R.D. Collison Black, ed., Ideas in Economics. Totowa, N.J.: Barnes and Noble.

[16] Johnson, Elizabeth, y Harry G. Johnson. 1978. The Shadow of Keynes. Oxford: Basil Blackwell.

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La ContraRéplica (74)

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El REY JUAN CARLOS I pidió a banqueros salvar al GRUPO PRISA, dice Luis Balcarce

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Revista austriaca de prensa: 28-VI-2018, por Mises Hispano.

  • David Muñoz Lagarejos menciona a Mises y Hayek en La Razón.
  • Valentina Verbal cita a Hayek en El Líbero.
  • Iván Carrino cita a Menger en El Cronista.
  • Iván Alonso remite a Bastiat en El Comercio.
  • Charles Philbrook menciona a Mises en Expreso.
  • Eduardo Antonelli, keynesiano, menciona a Hayek en El Tribuno.
  • Antonio Sánchez García cita a Mises en La Patilla.
  • Javier Garay nombra a Mises y enlaza con nuestra web en Panampost. Gracias.
  • Fernando Araya cita a Popper en La Nación.

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viernes, 29 de junio de 2018

Zasca Monumental de un CONCEJAL DEL PP a PODEMOS por pedir la absolución del rapero VALTONYC

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Napolitano, sobre la Constitución y la inmigración, por Mises Hispano.

En la polémica que rodea la política de inmigración de Trump (particularmente la práctica de separar a los hijos de los inmigrantes de sus padres), sus defensores repiten una afirmación: los inmigrantes no tienen derecho a quejarse acerca del trato que reciben ellos y sus hijos, porque han quebrantado la ley. Sorprendentemente, esta afirmación la realizan incluso autodeclarados libertarios.

Aun así, dejando aparte los problemas evidentes acerca de si las leyes de inmigración son justas para empezar, hay también cuestiones legales a plantear acerca de si el gobierno federal, de acuerdo con su propia concesión de poder, tiene derecho a crear y aplicar leyes que regulan la inmigración en absoluto. El juez Andrew Napolitano argumenta que en pocos casos, si es que alguno. En un artículo de 2015, Napolitano, al que difícilmente puede clasificarse como antilibertario ni ser acusado de ignorancia de la Constitución, hace una distinción sencilla pero poderosa acerca de los límites del poder federal: “ la propia Constitución (de la cual derivan todos los poderes federales) no delega al gobierno federal poder sobre la inmigración, solo sobre la naturalización”. Las discusiones constitucionales sobre poderes específicos sobre la inmigración tienden a centrarse en la cláusula de migración o importación. Sin embargo, Ilya Somin aclara además que esta cláusula se refería originalmente al comercio de esclavos, no a la inmigración voluntaria y por tanto es un callejón sin salida.

Napolitano observa que la única otra manera por la que el gobierno federal justificaría (al menos a sí mismo) restringir los derechos naturales de personas o grupos es que se cumplan ciertos criterios excepcionales:

Esa alta exigencia se llama escrutinio estricto. Requiere que el gobierno demuestre que un área articulada de jurisdicción y un interés convincente del estado se atienden con la alternativa menos restrictiva antes de poder tratar a una persona de manera distinta o única debido a su lugar de nacimiento. Un interés convincente del estado es aquel que resulta necesario para preservar la vida o la existencia del estado y debe tratarse usando la fuerza mínima y causando la mínima interferencia posible con la libertad personal.

Es difícil imaginar cómo podría alguien argumentar impasible que la ICE u otras instituciones federales cumplen este patrón de restricción (por no hablar de establecer una amenaza existencial).

Además del problema general de la autoridad federal sobre la inmigración, Napolitano también argumenta que la (aparentemente interrumpida) política de separación de hijos viola las leyes actuales. Como explicaba en una entrevista reciente:

Han elegido separar a los hijos de sus padres y confinarlos una instalación con otros hijos (…) Esto es una violación de la ley federal que prohíbe la reclusión de niños durante más de 72 horas. Es una violación de la ley de todos los estados a lo largo de esa frontera, Texas, Nuevo México, Arizona, California, separar a un hijo de su padre excepto en el caso de salvar una vida humana. Así que se convierte en una forma de abuso infantil. El gobierno federal, en mi opinión, está usando a los hijos como peones, como una herramienta de negociación (…) El daño que se está infligiendo a los niños es de tal profundidad psicológica que podría no ser reparable durante muchos años. Jeff Sessions lo sabe. El presidente debe saberlo.

Ahora bien, la Constitución (etc.) no puede considerarse la última palabra sobre ley y inmoralidad, pero los defensores del gobierno limitado se la toman en serio y a menudo invocan el intento original de justificar la restricción del poder federal en otros contextos. La política de inmigración no debe conceder inmunidad a partir de esa coherencia. Si Napolitano tiene razón, no queda ninguna justificación de este tipo para los defensores del actual régimen político.


El artículo original se encuentra aquí.

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Sobre la guerra, el oro y mis años en el Congreso, por Mises Hispano.

JEFF DEIST: ¿Qué te hace optimista y qué te hace pesimista sobre lo que ves en los Estados Unidos?

RON PAUL: Bueno, si miro el panorama completo, incluido un lapso de tiempo prolongado diría que las condiciones no son tan malas, aunque a menudo hablo de todas las cosas malas que anticipo y cómo podrían empeorar en términos de la economía y la política exterior.

Cuando lo piensas, nací en 1935, en medio de la Depresión. Recuerdo mi niñez. Recuerdo cuando tenía entre los 3 y 5 años y la depresión duró hasta la Segunda Guerra Mundial y recuerdo esas condiciones muy claramente, pero no fue un gran problema para mí, a pesar de que vivíamos en cuartos reducidos, no teníamos muchos zapatos y los cuidábamos mucho.

Entonces, pasamos por la Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Esos fueron tiempos bastante difíciles y desde ese momento, ya que el tema de la guerra siempre ha sido un gran problema para mí, recuerdo las tragedias de la Segunda Guerra Mundial. Teníamos parientes en Alemania, por lo que siempre me llamó la atención. Luego tuvimos la Guerra de Corea. Podría recordar a mi madre diciendo: “¿Otra guerra tan pronto?” Acabamos de superar una, por lo que era negativa al respecto y luego tuvimos la Guerra de Vietnam y supe que probablemente sería reclutado y esa fue una de las razones por las que me ayudó a inclinarme hacia la medicina.

Esos fueron tiempos bastante malos. Piensa en las personas que murieron durante esos primeros 30 o 40 años. Las cosas tampoco fueron muy buenas económicamente. En América, ni siquiera ni siquiera se nos permitía poseer oro.

Esas fueron las condiciones que cambiaron para mejor en cierto grado. Filosóficamente, creo, todavía estamos en el camino equivocado en general, aunque algunas cosas han mejorado. De nuevo, somos capaces de poseer oro. El gobierno de los Estados Unidos y yo cuando estaba en el Congreso impulsamos que se volviera a acuñar monedas de oro y hablar sobre política monetaria.

Filosóficamente, estamos progresando en algunas áreas, y doy mucho crédito a las instituciones que hacen esto, como el Instituto Mises y FEE. Y, por supuesto, quiero participar en el cambio de la política exterior y seguimos trabajando en eso a través del Instituto Ron Paul.

Pero, en el lado negativo de todo esto, veo que estamos en un curso desastroso a pesar de que los indicadores económicos oficiales se ven grandes y maravillosos. Todo el mundo está prácticamente eufórico y Trump es un buen animador. Pero hay una gran debilidad detrás de los números, nos estamos engañando a nosotros mismos y estamos sin esperanza de que las cosas vayan a estar bien, no haya inflación o un alto desempleo, y no vaya a haber una gran guerra. Creo que cuando miro las semillas que se han sembrado, el futuro parece sombrío en muchos aspectos, incluso comparado con lo que era cuando terminamos la Segunda Guerra Mundial y Vietnam.

Estamos en un lío en parte porque nuestras principales universidades siguen siendo muy marxistas y muy antiliberales y, por lo tanto, creo que quienes nos preocupamos por la libertad tenemos un gran trabajo por delante.

JD: Hablas de esto en tu libro, Swords into Ploughshares. ¿Hay algún momento o recuerdo particular de tu infancia durante la Gran Depresión, o la Segunda Guerra Mundial, que te haya iniciado en el camino hacia el pensamiento de la libertad?

RP: No a esa edad tan joven. Creo que tenía un instinto natural, y afirmo que todos tienen un instinto natural, para ser un individuo. Creo que expresamos eso cuando tenemos 2 años y cuando tenemos 4 años, cuando somos adolescentes y siempre es una lucha de tener una mentalidad independiente y ocuparnos de nuestro propio negocio y cuidar de nosotros mismos. Y luego, tenemos aquello que nos derrota. Por supuesto, la disciplina es muy necesaria y buena. Pero depende de dónde viene. Si proviene de una paternidad sabia, creo que esto es muy, muy bueno.

Pero, nunca hubo un momento exacto en que comenzara a caminar por ese camino de la libertad. Creo que, más o menos, fue una evolución. En aquel entonces, leía periódicos y escuchaba la radio, escuchaba a mi padre hablar sobre los problemas de la guerra e ir a la escuela y era una mezcla de cosas. Y luego, supongo que la introducción seria llegó probablemente a principios de la década de 1960. Me interesé en leer economía austríaca. Leí casi todo lo que escribió Ayn Rand y fue entonces cuando encontré y conocí a Leonard Read. Parece que cuando Goldwater se estaba ejecutando, eso habrá sido en el 64, ya lo había estado pensando. Si lees todo sobre lo que Goldwater decía en ese momento, arrojaría algunos nombres. Entonces, en algún momento del camino me encontré con el nombre de Hayek porque era conocido por Camino de servidumbre. Entonces, era lo suficientemente curioso como para investigarlo.

Por cierto, cuando hablo con estudiantes universitarios hoy, les digo que lo más importante que pueden dejar en este lugar es ser curiosos, verificar, descubrir y hacer la pregunta y buscar la verdad y hacer lo mejor que puedan para ser sinceros con ti mismo y luego llegar a estas respuestas. Estoy fascinado, en el camino de la campaña en los últimos 10-15 años, donde la gente escuchaba, se acercaba a mí y decía: “Lo entiendo”. Es solo sentido común. “Ellos unían toda la imagen y por momentos parecía como si se encendiera una bombilla.

JD: Parte de esta evolución afectó tu decisión de ser médico, ¿no es así? Decidiendo que querías ayudar a la gente. Viste un mundo lleno de dolor.

RP: Tuve un profesor excepcionalmente bueno que enseñaba biología y quedé fascinado con eso y obtuve una A. Luego, cuando fui a la universidad me incliné por la ciencia. Me sentía cómodo con la biología y los profesores de química y física no eran muy buenos. Así que me especialicé en biología, que de alguna manera preparó el escenario, aunque hasta mi tercer año en la universidad aún no estaba seguro. Pero cuando terminé la universidad, tomé una decisión que era lo que quería hacer y, afortunadamente, pude hacerlo. Me consideré muy afortunado de haber podido ejercer toda mi vida la medicina, en gran medida, y haberme metido con eso mucho más de lo que la gente cree, como es involucrarse en los problemas. La gente dice: “¿cuándo te involucraste en política?”, Digo que nunca lo hice. “¿Cuándo decidiste entrar en política?” Nunca lo hice. Pero quería hablar sobre los problemas que eran importantes para mí y el vehículo era la política porque no era un profesor de economía. No estaba escribiendo grandes libros y cosas así, estaba más inspirado para tratar de convencer a otras personas de una forma diferente de hacer las cosas. Y creo que tomé algo de cómo hacer eso de la sabiduría de Leonard Read porque tenía algunas ideas especiales sobre cómo convertir a la gente. Sin embargo, terminé hablando y quedé impresionado y asombrado de poder salir ante 5.000 o a 10.000 personas en un campus universitario, pero ser miembro del Congreso fue lo que utilicé para hacer algo y eso es cambiar la opinión de la gente.

JD: Sé que has escrito al respecto, pero habla brevemente de tu tiempo involuntario, de algún tipo, en la Fuerza Aérea durante la década de 1960.

RP: Correcto. Siempre asumí que sería reclutado. Pensé que ser médico era una mejor manera de hacerlo, porque me daba miedo pensar en gente que solo se disparaba y se mataban entre sí. En octubre del ’62, casi había terminado mi segundo año de residencia y, durante la crisis, recibí una notificación preliminar. Afortunadamente pude terminar el año, pero entré en la Fuerza Aérea en enero del ’63 y estuve estacionado en Kelly en San Antonio y así es como llegamos a Texas. Pero, en aquel entonces, había algunas personas que se resistían al reclutamiento. Había un médico que estaba en las noticias y le prestaba atención, pero no dije: “eso es lo que debería estar haciendo”. Pero la resistencia a la guerra creció, y con el paso del tiempo de alguna manera admiré lo que hizo el boxeador Mohammad Ali, de renunciar a su carrera de una manera durante tres años, porque fue arrestado y procesado por resistirse al reclutamiento. Eso, para mí, fue muy impresionante. Me molestó eso, pero lo esperaba. Eso es lo que los gobiernos te hacen.

Me molestaba que mi entrenamiento médico fuera a ser un desastre. Pero, fui bastante estoico al respecto y me gustó la idea de volar. Recuerdo cuando pasé por la escuela de medicina aeronáutica. No fue una gran educación, fueron 3 meses de clases, pero recuerdo que fue a principios de los 60, solo hablaban del programa espacial. Dije, en mi mente, me pregunto si alguna vez podría ser el primer médico que podría ir al espacio. Esa tecnología me fascinó y, por supuesto, no fue así, pero tomé la decisión de hacer lo mejor posible. Durante el período de la Fuerza Aérea, tuve mucho más tiempo para leer y fue entonces cuando los randianos estuvieron muy activos y fue en ese momento que me suscribí al boletín objetivista y recuerdo que leí específicamente “El oro y la libertad económica” de Alan Greenspan y aún conservo una copia después de tantos años. Esa es la actividad en la que estaba involucrado. No soy randiano, y no soy un objetivista. Tengo mi crítica de eso, pero fue una lectura inspiradora.

Incluso hoy, no leo casi ninguna novela, pero leía aquellas porque fueron una especie de fuente de inspiración y, sin embargo, me obligaron a buscar aclarar las cosas porque era muy negativa con respecto al cristianismo y la generosidad, al menos encontré su ataque al altruismo y que lo comparaba con el comunismo y eso no tenía sentido para mí. Tenía que descubrir que había una diferencia, que no eran idénticos.

Luego tuve más tiempo libre en la Fuerza Aérea y lo disfruté. Aprendí a volar un avión y obtuve mi licencia de piloto, pero tuve que viajar por el mundo con frecuencia como parte de mi deber. Fui al Lejano Oriente en un par de viajes y fui a Oriente Medio y a todos los lugares de España, Italia, Turquía, Etiopía, Pakistán. Estuve en Irán, creo que no estuve en Iraq. En Irán, estuve en Teherán, pero eso fue cuando estaba el Sha.

Hice referencia a esos viajes a lo largo de los años porque se volvieron muy importantes en mi actividad en política exterior. Recuerdo especialmente que no se nos permitió entrar en Afganistán. Estábamos en Pakistán y subimos a Peshawar, que no estaba demasiado lejos del paso de Khyber, que era histórico y sigue siendo histórico. Estaba justo en la frontera y resultó que era el área donde sucedió todo ese episodio de Bin Laden. Y puedo visualizar ese lugar muy, muy bien mientras conducía con los militares en un camión, para visitar la frontera. Recuerdo al capitán que estaba con nosotros en el camión, que había estado allí antes y dijo: “Ron, ¿ves ese lugar allá arriba?” Era un lugar de montañas totalmente desnudas y rocosas. Él dijo, “hay miles de personas que viven allá arriba. Son tribales y han estado allí durante mucho, mucho tiempo y nunca han sido conquistados.” Y me dio una pequeña lección de historia y así, una vez que comenzamos a pensar en esto, en la política exterior, pude visualizarlo.

Entonces, mi experiencia militar resultó tener algún valor.

JD: Después de la Fuerza Aérea volviste al sur de Texas. Ahora tienes varios hijos. Estás leyendo economía austriaca y te involucras más y más en tu pensamiento. A principios de los años 70, fuiste a la Universidad de Houston y viste a Ludwig von Mises, solo un año o dos antes de su muerte.

RP: Creo que fue su última gira de conferencias. Vimos un pequeño recorte en el periódico, muy, muy pequeño, en el Houston Chronicle y decía que iba a hablar en la Universidad de Houston. Solo había otra persona que yo conocía en toda la ciudad que sabía quién era Mises y era el Dr. Henry May, así que lo llamé y le dije: “Henry, Mises viene a la ciudad. ¿Por qué no vamos y lo escuchamos? “Y fue una decisión importante para nosotros porque tuvimos que conducir unas 50 o 60 millas y encontrar dónde estaba dando la conferencia. Al mismo tiempo, ambos teníamos horario de trabajo, así que teníamos que conseguir que nos cubrieran, que alguien fuera y cuidara a nuestros pacientes porque nos llevaría toda la tarde. Entonces, llegamos y su conferencia era sobre el socialismo. De alguna manera había leído el libro y sabía algo al respecto. Fue solo la experiencia de escucharlo dar una conferencia. Tenía un acento alemán con muchos seseos y silbidos. Hablaba inglés, por supuesto, tenía un fuerte acento, pero aun así fue una experiencia. El lugar, era un salón, probablemente de clases que podría alojar de 40 a 50 estudiantes, tal vez más y tenían que traer sillas adicionales, estaba abarrotado. Llegamos un poco tarde y nos paramos en la puerta para al menos poder verlo, tener la experiencia. No sé si alguna vez escuchaste la otra parte de la historia.

JD: El Dr. Michael Keller.

RP: ¿Conoces la historia?

JD: Nuestro amigo el Dr. Keller fue responsable de organizar el evento allí como miembro joven del consejo estudiantil de la UH.

RP: Una vez estuvimos hablando muchos, muchos años después, con Keller y le conté esta historia. Él dijo: “¿Adivina qué? Yo fui quien hizo que Mises viniera”. Probablemente fue décadas después cuando nos cruzamos y así es como una persona haciendo algo como traer a Mises puede generar cambios y eso me pareció fascinante.

JD: Cuando finalmente decidiste postularse para el Congreso, la primera vez en el área de Houston, me pregunto si la gente entendió cuán beneficioso era que te conocieran como médico y obstetra: era una ventaja política para ti postularse para el Congreso.

RP: Sí, lo fue, de hecho. Lo usamos en nuestros anuncios y nuestro agente de prensa hizo un anuncio que era con luces que se encienden en mi casa. Estaba oscuro me subí al automóvil y salí, y vieron que me iba y luego volví a casa en mitad de la noche. Me levanté y fui a ayudar a dar a luz a un bebé. De hecho, [el congresista y doctor en medicina] Michael Burgess era estudiante de medicina en aquel entonces y después de que nos conocimos, dijo: “Vi tus anuncios. Fue entonces cuando entré en OBGYN. Los anuncios eran impresionantes. “No tenía nada que ver con nada de política exterior o patrón oro o cualquier otra cosa. Solo decían que era un obstetra y  tenían una composición de imágenes. Cuando me contó esa historia, dije: “Es una lástima que acabaras entrando en OB. Pensé que te convertirías en libertario.” Pero, probablemente no le importaría que se lo dijera.

JD: ¿Carol estaba un poco asombrada cuando ganaste? Cambió tu vida, no siempre de la mejor manera en términos de familia.

RP: Bueno, no estaba asombrada. Probablemente yo estuve más asombrado. Fue cuando le dije que iba a candidatearme. Ella dijo que era arriesgado, peligroso porque podrías ganar. Dije que no, no puedo porque no había estado involucrado en eso. Estaba tratando de deshacerme de Santa Claus y no ganas mucho haciendo eso. Ella dijo, sí, pero les vas a decir la verdad y les va a gustar y te votarán. Entonces, sí, tuvimos algunos ajustes que hacer. Y esa fue una razón por la que después de cuatro términos, volví a la medicina durante 12 años.

JD: Una de las mejores cosas que surgieron de tu primer período de Congresista fue tu informe de minoría, con Lewis Lehrman en The Case for Gold. Fuiste parte de la Comisión de Minorías designada por Ronald Reagan. Reagan es alguien a quien viste quizás más que muchos conservadores.
RP: Oh, sí. Reagan era un tipo agradable y creo que creía en algunas cosas buenas, pero también fue capaz de racionalizar muchas cosas. Gasto deficitario, gobierno grande, militarismo. No me gustó lo que hizo en Libia, bombardeando a Libia.

Además, realmente tenía menos que ver con la comisión de oro de lo que parece, ya que fue aprobada por Carter el año anterior a Reagan. Entonces, cuando Reagan fue elegido y salió a la luz, parecía que iban a ignorarlo. Tuvimos que asegurarnos de que lo hicieran y mi participación surgió, curiosamente, porque había hablado sobre el oro.

El resultado más importante de todo esto fue que legalizamos nuevamente la propiedad privada de oro por primera vez desde la década de 1930. La legislación fue mencionada en el proyecto de ley del FMI en 1983 y Jesse Helms y yo trabajamos juntos. Pero él tenía más adelantado el proyecto. Creo que se estaba preparando para introducirlo en el Senado y vinieron a mí y pude presentarlo en la Cámara.

La aprobación de la ley fue un evento significativo, pero fue un reflejo de lo que estaba sucediendo en el ’79 y ’80. Quiero decir, pasamos del oro que no era propiedad de los estadounidenses que arreglaron a $ 35 la onza en Bretton Woods, lo que fue un desastre. Se colapsó y luego tuvimos una década de inflación masiva y tasas de interés del 15% del 21% y la gente estaba muy preocupada por el dólar y por lo tanto el objetivo era estudiar el papel del oro en el sistema monetario, nacional e internacional.

Tuvimos nuestra primera reunión y se celebró en secreto y [Donald] Regan fue el presidente de la comisión. Él era tesorero y dijo: “tenemos que mantener esto en secreto porque no queremos estropear los mercados del oro y todo eso”. Y adivina quién vino a nuestro rescate. Varias personas vinieron, pero [el columnista y periodista] uno era Bob Novak. Novak era un pro oro y comenzó a escribir sobre eso y consiguió suficientes personas para molestarlos y luego entregaron los documentos de la comisión. Pocas personas en Washington querían una discusión abierta.

JD: Mucha gente puede desconocer la historia sobre el presidente Reagan que te llamó a fin de que votaras una propuesta para obtener fondos para un programa de bombarderos. Difícil llamada para un joven congresista.

RP: Sí, estaba en el comedor de la casa y creo que Carol estaba conmigo porque generalmente cuando venía alguien a casa, un invitado, íbamos allí. Entonces, vinieron y dijeron, el presidente está al teléfono. Fui a tomar la llamada y de hecho, a lo largo de los años, lo hizo, lo pienso dos veces, pero se trataba del bombardero B-1, fue controvertido y me preguntó: fui muy, muy cortés y él fue muy educado, y dije: “Bueno, lo siento, señor presidente porque usted sabe, hice campaña en contra de eso y le dije que no creo poder romper mi palabra”. Él dijo, está bien, lo entiendo. No hubo ningún ataque ni nada de eso, pero luego volví y le conté a Carol.

JD: Esa es una gran historia. Fue un poco más caballeroso que Tom DeLay.

RP: DeLay era otra cosa. Está siendo rehabilitado.

JD: Sí. ¿Tienes algún recuerdo de cuando tu postulación contra Phil Gramm en 1984 para el Senado de los Estados Unidos en Texas?

RP: Estaba buscando una forma elegante de salir del Congreso y el Senado porque realmente tenía muchos seguidores y no quería insultarlos simplemente renunciando. Estaba muy, muy claro que los republicanos del establishment no me querían y se coaligaron muy rápido para apoyar a Gramm. No sé de ninguna otra manera en que podría haberlo hecho, pero era una especie de deseo de llegar a casa porque a pesar de todas las historias que escuchas sobre los congresistas, en aquel entonces yo probablemente ganaba $ 40,000 o $ 50,000 al año y tenía niños en la escuela e ir y venir no era fácil financieramente, con dos casas y llevar a los niños a la escuela. Decidí que si iba a volver al Congreso, tenía debía haber ciertas reglas. No debería tener hijos todavía en la escuela y no deber nada de dinero. Haría que mi casa y todas mis propiedades se amortizaran y luego podría estar más relajado al volver y no tener que preocuparme por las finanzas.

JD: Entonces, cuando decides postularte nuevamente en 1996, es posible que la gente no haya sabido cómo te enfrentaron en el Partido Republicano. El gobernador George W. Bush de Texas y su hombre, Karl Rove, no eran admiradores tuyos, y en realidad Newt Gingrich como portavoz hizo que los demócratas cambiaran de partido para competir contra ti. No te querían de vuelta.

RP: Trabajaron muy, muy duro. De hecho, esa carrera es probablemente la más fascinante en la que participé. Ha sido escrita en detalle porque cuando decidí que iba a postularme, fui y hablé con la delegación republicana y le dije: “Quiero postularme”. . “Quiero obtener otra banca republicana para Texas porque Greg Laughlan era el legislador demócrata por el distrito 14, donde yo vivía.

Les dije que podría conseguir la banca. Pero lo que me sorprendió es que no sabía lo rápido que iba a poder cambiarla a una banca republicana un mes después. Con el respaldo del establishment republicano, Laughlan se convirtió en republicano. Estaba en el Comité de Medios y Arbitrios y el Partido Republicano le prometió un millón de dólares y Newt Gingrich se presentó y lo apoyó. Obtuvo 56 – tal vez, un gran número, creo que fue alrededor de 56 – otros miembros del Congreso se rindieron y donaron a su campaña y tanto el Bush Senior como el Junior lo apoyaron. No me querían en el Congreso.

Pero todo salió mal. Nos avisaron cuando intentaban traer a alguien para decirles a los votantes locales que votaran por Laughlan. Creo que fue alguien de la administración Reagan a quien enviaron. No puedo recordar su nombre en este momento, pero él había estado en el gabinete. Sabríamos que él vendría y luego tendríamos nuestro comunicado de prensa listo el día antes de su llegada. Lo que pudimos poner fue, “¿por qué están enviando gente de Washington para decirle a la gente de Texas cómo votar?” Y ese fue un mensaje poderoso.

Y también estaba seguro de que la razón por la que la postulación era tan interesante era que usarían el problema de las drogas. Estaba muy claro respecto al tema de la Guerra contra las drogas y ¿cómo podría alguien estar en contra de la Guerra contra las drogas en un distrito republicano conservador del cinturón de la Biblia en Texas? No puedes ser elegido así.

Así que, he aquí, el Partido Republicano gastó un millón de dólares o más, que era mucho dinero entonces, e hicieron los anuncios más perversos contra mí, alegando que estaba dando drogas a los niños, a los traficantes de drogas y todo esto. Basura. Y no funcionó. Creo que la mayoría de la gente no creía que pudiera ser cierto porque me conocían más como un médico que cuida y da a luz bebés. De hecho, lo respondimos con un anuncio que me mostraba cómo daba a luz a un bebé. Entonces, tuvimos que combatir esa imagen. Terminé ganando la primaria.

Pero luego los demócratas hicieron lo mismo, usaron el tema de las drogas y finalmente termine pensando que estaba completamente solo, pero creo que la gente está muy por delante del Congreso porque probablemente había muchas familias que habían sido tocadas por alguien que fumaba un cigarrillo de marihuana y lo metían en la cárcel. Era horrible. Todavía está mal y estamos viendo esto hoy. Creo que la gente o no lo creía o no iban a estar en mi contra o creían que la guerra contra las drogas era mala y creo que el tiempo ha demostrado que fue una buena evaluación, aunque ahora tenemos una administración que está tratando de retroceder.

JD: Bueno, cuando vuelves al Congreso, en tu segundo período de 1997 hasta 2012, estuvo marcado por dos cosas que sobresalen. Una es que estabas en contra de las guerras de Irak y Afganistán y estabas involucrado en promover el no intervencionismo. La otra cosa es que estuviste involucrado en la política monetaria con idas y vueltas primero con Alan Greenspan y luego con Ben Bernanke. Danos tus principales recuerdos sobre tu segundo intento en el Congreso.

RP: Fue bastante diferente a la primera vez que participé. Hubo más atención y especialmente a partir de 2008, tras las elecciones presidenciales de ’08 y ’12. Fue simplemente asombroso y fueron los problemas de los que me gustaba hablar, como los problemas de libertad civil.

Recuerdo que estaba totalmente sorprendido cuando llegué a la Universidad de Michigan, fue después de un debate que tuvimos en Detroit, y había un grupo de jóvenes que había esperado porque llegué tarde. Pero, nos acercamos y ahí es donde comenzaron a gritar “End the Fed” y estaban ahí gritando eso. Yo no le dije nada, no tenían folletos, ni tarjetas, ni les dije terminemos con la Reserva Federal. Fue espontáneo, así que sabía que algo estaba pasando, que la gente quería escuchar este mensaje.

El otro gran problema fue la NDAA [National Defense Authorization Act]. Los chicos de la universidad comenzaron a hablar de eso o a plantearlo incluso antes de que diera con el tema. La principal preocupación era la autoridad para arrestar a estadounidenses y mantener a los estadounidenses sin el debido proceso.

Esos fueron los temas sobre los que me gusta hablar y, por supuesto, uno de mis eventos más importantes, podría haber sido el más grande, fue en el campus de Berkeley. Las cosas iban bien y recibimos más atención sobre la Reserva Federal y la gente, incluso hoy, creo que tengo una actitud mucho más saludable sobre la Reserva Federal. Recuerdo que en ese momento vi una encuesta realizada por un canal de televisión preguntando de quién era la culpa de la recesión. Creo que el 66 por ciento estuvo de acuerdo en que fue culpa de la Fed y pensé “wow”. Y esto no salió en su sitio web o en el mío. Esto estaba en el sitio web de CNBC. Y pensé, bueno, algo interesante está pasando. No van a salirse con la suya como han hecho siempre porque vamos a tener otra crisis y los medios dirán que es culpa de la Fed.

JD: Conocías un poco a Alan Greenspan y él entendía el oro y entendía la economía austriaca. Él es un hombre brillante.

RP: Nos divertimos un poco a veces y lo visité después de algunas audiencias sobre Murray Rothbard y cosas diferentes porque él conocía a Murray del grupo Rand. Creo que el pequeño incidente más fascinante que recuerdo fue debido a su artículo en The Objectivist Newsletter, él venía a una de nuestras audiencias y pudimos ir y tener un uno-a-uno, sentarse y tomar una foto y decir unas pocas palabras. Y no todos lo hicieron, pero estaba interesado en eso. Eso no es lo mío en general, pero Greenspan, pensé, podría aprovechar esto. Tenía el folleto verde original del The Objectivist Newsletter de 1966 cuando Greenspan publicó su artículo por primera vez. Le dije, “¿reconoces esto?” Él sabía lo que era. “Me gustaría que autografiaras este artículo para mí”. Así que sacó su pluma y lo firmó. Dije, ¿quieres poner un descargo de responsabilidad? Y él dijo: “Acabo de leer eso recientemente y todavía apoyo todos esos puntos de vista.” ¿Qué voy a hacer con todo eso? Intenté incluirlo en el Liberty Report, pero no logro que venga. Pensé que podría divertirme un poco.

JD: Tal vez si pagas su tarifa de $ 200,000 por hablar.

RP: Sí, probablemente.

JD: Recuerdo que también desayunaste con Ben Bernanke cuando era presidente de la Fed. ¿Cómo fue eso? ¿Fue educado o distante?

RP: Fue cortés y aburrido, en cierto modo.

JD: Él no era el ideólogo que era Greenspan.

RP: Pudo que yo no haya sido lo suficientemente agresivo o algo así. Pero, tendría una conversación mucho más fácil con Volcker. A Volcker lo llegué a conocer mucho mejor que a Bernanke y, a principios de los 80, había una cosa llamada Ley de Control Monetario y había una gran parte de la misma que estaba abriendo la puerta para que la Fed monetizara lo que quisiera, especialmente bonos extranjeros. Entonces, me quejé al respecto en mi pequeña presentación en la conferencia y Volcker me invitó a pasar. Él dijo: “Me gustaría que vengas a desayunar y hablásemos un poco más sobre eso”. Pero fue algo académico. No fue como, “voy a enderezarte”. Esa no era su actitud. Esto tuvo que haber sido en el ’79, lo más probable o en el ’80.

JD: El Sr. Volcker debería estar en tu programa. Tiene una nueva biografía.

RP: No sé si lo hemos contactado. Era más comprensivo con el oro que algunos. Esa vez cuando nos reunimos entramos y era un desayuno individual, el ayudante que tenía era alguien llamado Lew Rockwell. Entramos y llegamos un par de minutos antes y el personal de Volcker estaba en la sala donde se suponía que nos encontraríamos. Entonces estábamos charlando amistosamente y luego entró Volcker, no podes perderlo de vista porque creo que mide unos seis pies y medio. Entonces, él entra y yo pensé, “bueno, tengo que estrechar su mano y decir hola”. Ni siquiera me miró. Él no vino a mí. Se dirigió directamente a su personal y dijo: “¿Cuál es el precio del oro?” Entonces, pensé, “el oro es importante para él” y todavía creo que es así de importante para la gente de la Reserva Federal porque es la medida definitiva del dólar. Pueden manipularlo y jugar con él, pero en última instancia el mercado es el que habla. Esa es la forma en que Bretton Woods destruyó el mercado. Pero luego, por supuesto hablamos y tuvimos la reunión y él no me convirtió, pero fue muy educado. Lo que realmente recuerdo de eso fue que estaba muy interesado en cuál era el precio del oro esa mañana.

JD: La otra gran y desafortunada serie de eventos que marcaron tu segunda vez en el Congreso fue el 11 de septiembre y luego nuestra posterior invasión de Irak y Afganistán. Mirando hacia atrás, habla de ese período terrible con Bush, Rumsfeld, Cheney y Wolfowitz. Los republicanos en el Congreso también fueron horribles.

RP: Comenzamos esta entrevista hablando de cuán mala fue la Depresión y la Segunda Guerra Mundial, y Corea y Vietnam. Pero cuando ves algunas tendencias hoy, algunas cosas son casi peores debido a nuestra agresividad. En aquel entonces, fue una especie de política económica tonta de la Fed que nos trajo la Depresión y la guerra. Pero, tuvimos una declaración de guerra y parecía que era más aceptable, dadas las circunstancias. Pero en el siglo XXI las cosas cambiaron drásticamente después del 11 de septiembre, y EE. UU., se volvió mucho más agresivo. Después de todo, el 11 de septiembre no fue el motivo de las guerras que siguieron. Fue la excusa. Los legisladores de Washington ya sabían lo que querían hacer en Medio Oriente aún antes de ocurrir el 11 de septiembre. Mi primer discurso, mi primera propuesta por la paz, fue poco después de regresar al Congreso. Creo que fue en 1998. Fue con la Ley de Libertad de Iraq o me olvido de cómo se llamaba, pero era solo intervención y amenazas y sanciones, ese tipo de cosas. Estaba diciendo que esas medidas conducirán a la guerra. Pero nadie hablaba de eso en el 98, sino que la cosa siguió aumentando y empeorando cada vez más.

Era increíble, estábamos haciendo eso y por supuesto no podíamos detener la guerra. Pensé que se suponía que debía estar allí para ayudar a detener las guerras, pero siguen sucediendo.

JD: Vamos a sentir los efectos de esto durante décadas y décadas con los jóvenes veteranos que han sido heridos y necesitan atención.

RP: Es horrible.

JD: Y para todos tus problemas, si recuerdas, había un artículo en National Review de David Frum que te llamaba a ti y a otras personas, como Pat Buchanan, “conservadores antipatrióticos”. Siempre pensé que no eras ninguno de los dos. Creo que incluso algunos libertarios te ven a ti como un conservador, pero en realidad no tiene ningún sentido político esa palabra.

RP: No, es una palabra difícil. Porque algunas personas podrían argumentar que si técnicamente quieren seguir el único juramento que tomamos como miembros del Congreso, eso es algo conservador, obedecer el juramento y seguirlo. Pero “conservador” en el sentido de ser un belicista, y apoyar la guerra contra las drogas, y no tener una comprensión de las libertades civiles. Ese no es un buen tipo de “conservador”. Además, los conservadores de hoy en día, no lo admiten, pero gastan y gastan mucho. Entonces, no, en ese sentido, los libertarios no somos conservadores. Además a Mises y otros libertarios nunca les gustó que los llamaran conservadores. Querían que los llamaran liberales. Esa es la dificultad del lenguaje. Generalmente evito las etiquetas.

Me gusta dividir las cosas en dos partes: autoritarismo y voluntarismo. Por un lado están las personas que piensan que tu vida debe hacerse en términos voluntarios, siempre y cuando rechaces la agresión. Por otro lado están los autoritarios que creen que saben lo que es mejor para los demás. Realmente lo hacen. Las personas que conocí en Washington están convencidas de que la gente es idiota y, por lo tanto, no pueden ser responsables de sí mismas.

Es por eso que no quieren que la gente común tenga armas, y el gobierno debería tener todas las armas. Si desea comparar el número de personas que mueren por armas a manos del gobierno con las que son víctimas de armas de fuego privadas, históricamente, el gobierno ha matado al aproximadamente el 95% de la gente. Tal vez sea peor que eso, cuando piensas en el siglo XX.


El artículo original se encuentra aquí.

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