En el clásico artículo de Hans-Hermann Hoppe En defensa del racionalismo extremo: Reflexiones sobre la “La retórica de la economía“ de Donald McCloskey, hay algunas observaciones muy interesantes sobre el falsacionismo y el empirismo:
Popper quiere que desechemos cualquier teoría que los hechos contradigan, lo que, si fuera posible, nos dejaría prácticamente con las manos vacías y no nos llevaría a ninguna parte. Al reconocer la conexión indisoluble entre el conocimiento teórico (lenguaje) y las acciones, el Racionalismo consideraría a semejante falsificacionismo como completamente irracional, aunque fuera posible. No hay ninguna situación concebible en la que sería razonable desechar cualquier teoría —concebida como instrumento cognitivo de la acción— que se hubiese aplicado con éxito en una situación pasada pero no tuviera éxito en una nueva aplicación —a menos que uno ya cuente con una teoría más exitosa—. Y así pues, si inmunizar a una teoría de la experiencia es algo perfectamente racional desde el punto de vista de un actor. Es igual de racional que, en el campo de aplicación en el que dos teorías rivales se superponen, un actor considere inconmensurable a una cualquiera de esas dos teorías rivales t1 y t2 mientras exista una única aplicación en la que t1 tenga más éxito que t2 o viceversa. Solo cuando t1 puede aplicarse con tanto éxito como t2 a cada instancia a la que es aplicable t2 y aún presente otras aplicaciones adicionales a las de esta última teoría, puede ser racional desechar t2. Descartarla antes, a causa de infructuosas aplicaciones o porque t1 se pueda aplicar con más éxito a alguna o incluso a la mayoría de situaciones, desde la perspectiva del conocimiento de un actor no es progreso sino retroceso. E incluso si t2 se desecha racionalmente, el progreso no se logra falsificándola, puesto que t2 en realidad habría tenido algunas aplicaciones exitosas que es posible que nunca puedan ser anuladas (en el futuro). En vez de eso t1 expulsaría a t2 de forma tal que cualquier posterior adhesión a t2, aunque fuera por supuesto posible, lo sería solamente a costa de no ser capaz de hacer con éxito todo lo que un adherente de t1 podría hacer, quien podría hacer con éxito tanto y más que cualquier proponente de t2.
En una nota relacionada, también tiene algunos comentarios interesantes sobre el apriorismo en las ciencias físicas: en su “Sobre la praxeología y el fundamento de la epistemología” (texto en las notas 60-62, y nota 62; de Ciencia económica y el método austríaco), que hace referencia a Lorenzen, Dingler, Karnbartel, et al., con respecto a un cuerpo entero de “protofísica” –
Además, las viejas aspiraciones racionalistas de que la geometría, esto es, la geometría euclidiana es a priori y sin embargo incorpora conocimiento empírico sobre el espacio encuentra apoyo, también, en vista de nuestra comprensión sobre las restricciones praxeológicas sobre el conocimiento. Desde el descubrimiento de las geometrías no euclidianas y en particular desde la teoría relativista de la gravitación de Einstein, la posición predominante respecto a la geometría es una vez más empiricista y formalista. Se concibe a la geometría como parte de la física empírica a posteriori, o como formalismos empíricamente sin importancia. Pero que la geometría sea bien o un simple juego, o que esté siempre sujeta a la comprobación empírica parece ser incompatible con el hecho de que la geometría euclidiana es la base de la ingeniería y la construcción, y que nadie piensa allí que tales proposiciones son verdaderas sólo hipotéticamente.61
Reconocer al conocimiento como praxeológicamente restringido explica por qué el punto de vista empírico-formalista es incorrecto y por qué el éxito empírico de la geometría euclidiana no es un mero accidente. El conocimiento espacial está también incluido en el significado de la acción. La acción es el empleo de un cuerpo físico en el espacio. Sin acción no podría haber conocimiento de relaciones espaciales ni mediciones. Medir es relacionar algo a un estándar. Sin estándares no hay medición; y no hay medida, entonces, que pueda falsar alguna vez el estándar. Evidentemente, el último estándar tiene que ser proporcionado por las normas que subyacen la construcción de los movimientos corporales en el espacio y la construcción de instrumentos de medición por medio del cuerpo de uno y de conformidad con los principios de construcciones espaciales contenidos en él. La geometría euclidiana, como nuevamente Paul Lorenzen, en particular, ha explicado, no es más ni menos que la reconstrucción de las normas ideales subyacentes a nuestra construcción de tales formas básicas homogéneas como puntos, líneas, planos y distancias, que están de manera más o menos perfecta, pero siempre perfectible, incorporados o realizados incluso en nuestros instrumentos más primitivos de mediciones espaciales, tales como una vara para medir. Naturalmente, estas normas e implicancias normativas no pueden ser falsadas por el resultado de cualquier medición empírica. Por el contrario, su validez cognitiva se fundamenta en el hecho de que son ellas las que hacen posible las mediciones físicas en el espacio. Cualquier medición real debe presuponer ya la validez de las normas que conducen a la construcción del estándar de medición de uno. Es en este sentido que la geometría es una ciencia a priori; y que tiene que ser simultáneamente considerada como una disciplina empíricamente significativa, ya que no sólo es la precondición para cualquier descripción espacial empírica, es también la pre-condición para cualquier orientación activa en el espacio.62
62Sobre el carácter apriorístico de la geometría euclidiana, véase Lorenzen, Methodisches Denken, capítulos 8 y 9; idem, Lógica Normativa y Ética, capítulo 5; H. Dingler, Die Grundlagen der Geometrie (Stuttgart: Enke, 1933); sobre la geometría euclidiana como una presuposición necesaria de la medición objetiva, es decir, intersubjetivamente comunicable, y en particular, de cualquiera verificación empírica de geometrías no euclidianas (después de todo, los lentes de los telescopios que se utiliza para confirman la teoría de Einstein sobre la estructura no-euclidiana del espacio físico deben ser construidos de acuerdo a los principios de Euclides) ver Karnbartel, Erfahrung und Struktur, pp. 132-33; P. Janich, Die Protophysik der Zeit (Mannheim: Bibliographisches Institut, 1969), pp 45-50; idem “Eindeutigkeit, Konsistenz und methodische Ordnung “, en F. Karnbartel y J. Mittelstrass, eds., Zum normativen Fundament der Wissenschaft. Siguiendo el camino de Hugo Dingler, Paul Lorenzen y otros miembros de la llamada escuela de Erlangen han trabajado un sistema de protophysics, que contiene todos los presuposiciones apriorísticas de la física empírica, incluyendo, además de la geometría, también cronometría e hilometría (es decir, la mecánica clásica sin gravedad, o la mecánica “racional”). “La geometría, la cronometría y la hilometría son teorías a priori que hacen ‘posible’ las mediciones empíricas de espacio, tiempo y materia. Tienen que ser establecidas antes que la física en el sentido moderno de una ciencia empírica, con hipotéticos campos de fuerzas, pueda comenzar. Por lo tanto, me gustaría llamar a estas disciplinas con un nombre común: Protofísica.” Lorenzen, Lógica Normativa y Ética, p. 60.
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