sábado, 10 de noviembre de 2018

El bitcoin, el teorema de la regresión y la aparición de un nuevo medio de intercambio, por Mises Hispano.

       I.            Presentación

En el último par de años, ha habido muchos debates en línea, especialmente en círculos austrolibertarios, con respecto a la naturaleza económica de las criptodivisas y en particular el origen y potencial futuro de la primera criptodivisa en aparecer, el bitcoin. El debate se ha centrado en dos áreas. La primera pregunta. “¿Es el bitcoin dinero? Y, si no lo es, ¿tiene potencial para convertirse en dinero?” La segunda pregunta es: “¿Tiene bitcoin un valor de uso directo? Y, si no lo tiene, ¿su evidente aparición como medio de intercambio no refutaría el teorema de la regresión de Mies?” En ese sentido, los comentaristas han estado buscando su valor o criticando el teorema, dependiendo del bando al que se incorporen. Un problema subsidiario es si importa o no que el valor del uso directo del bitcoin, si es que lo tiene, sea intangible.

La mayoría de los comentaristas están de acuerdo en que bitcoin es un medio de intercambio (lo que equivale a decir que hay actores actuales del mercado que aceptan voluntariamente bitcoins a cambio de bienes y servicios reales y luego los usan para comprar otros bienes), pero que bitcoin no es dinero, al menos, no todavía, dada la manera en que se define normalmente el dinero. Esta requiere que el objeto sea un medio general de intercambio, aceptable para la mayoría de la gente en compras y ventas y, al menos en 2015, bitcoin (¿todavía?) no ha alcanzado ese estatus. Por supuesto, hay una clara distinción praxeológica[1] a realizar entre bienes que son valorados como medios de intercambio y aquellos que se valoran solo por su uso directo. Así que debemos trazar una clara distinción también entre una economía en la que las personas confían en el intercambio indirecto en cierto grado y una en la que solo confían en el trueque.

Sin embargo, no hay ninguna diferencia praxeológica entre un medio de intercambio y el dinero. Pues la diferencia aquí se reduce meramente a cómo se defina la palabra “dinero” y en qué medida el medio en cuestión es aceptado en el mercado para cumplir con la definición. Menger (2009, p. 11) define el dinero como el “medio universal de intercambio, lo que significa debe ser aceptado por todos, mientras que Mises (1998, p. 398) mantiene, más razonablemente, que debe ser “generalmente aceptado y comúnmente usado”, dejando cierto espacio a la posibilidad que no todos estén dispuestos a aceptarlo. Pero no importa qué versión definitoria se escoja, parece bastante claro que el bitcoin todavía no a llegado al umbral de ninguna de ellas.

El si puede alcanzar ese punto culminante en algún momento no es una pregunta praxeológica y es lago que se explicará en una sección posterior. Primero, en la Sección II trataremos en problema del bitcoin y el teorema de la regresión. La Sección III considera con mayor detalle el teorema de la regresión de Mises. La Sección IV pregunta si bitcoin viola el teorema de la regresión y la Sección V si bitcoin puede convertirse en dinero. La Sección VI se dedica a una hipótesis: supongamos que bitcoin evolucionara directamente del trueque: ¿constituiría esto entones una violación del teorema de la regresión? Concluimos en la Sección VII.

    II.            El debate actual con respecto al bitcoin y el teorema de la regresión

El debate se ha planteado por la mayoría de los comentaristas de la siguiente manera: el teorema de la regresión se refiere a la aparición de un medio de intercambio, cuando un bien que se evaluó en un tiempo solo por sus servicios en algún uso directo (en consumo o en producción) pasa a ser valorado por su función en el intercambio indirecto. Según estos autores, bitcoin entra en la categoría general de los medios de intercambio. Así que su presencia en el mercado debe o bien refuta el teorema dado que nunca se ha valorado directamente, e indudablemente no como producto tangible, como el oro, o bien el teorema se mantiene intacto. Y esto puede producirse de una de dos maneras: (a) porque bitcoin tiene realmente algún valor anterior a convertirse en medio de intercambio, o (b) porque la teoría permite que este valor abarque un bien intangible.[2]

Por ejemplo, Graf (2013a, 2013b) trata de demostrar que bitcoin no viola el teorema de la regresión sobre la base de que sí tiene un valor previo de uso directo. Graf lista las razones por las que piensa que los actores podrían haber valorado bitcoin antes de que se convirtiera en un medio de Intercambio: por ejemplo, como un objeto digital para usar en probar la red, o para un juego o simplemente porque se ve como un avance en una causa. Sostiene que no hay ninguna razón económica por la que un medio de intercambio tenga que empezar siendo una mercancía física, frente a un bien intangible. Mientras que Menger sostiene que el dinero tiene que originarse como una mercancía (implicando que el bien debe ser tangible), en la era moderna deberíamos considerar todos los bienes como contendientes a la hora de convertirse en un medio de intercambio, posean o no algún atributo físico, dice Graf.

En la misma línea, Tucker (2014) también busca un valor no monetario de bitcoin. Indicando que tiene un uso directo independiente como sistema de pago, estando este atributo de bitcoin contenido dentro de la red y la blockchain.[3] Debido a este valor, Tucker también opina que bitcoin no invalida el teorema.

Surda (2012, 2014) sostiene que, si alguien niega que bitcoin cumpla con el teorema de la regresión, niega el carácter apriorístico del propio teorema, “pegándose así un tiro en el pie”. Como argumento a priori, esto es indiscutible. Como el teorema implica que un medio de intercambio debe empezar siendo una mercancía y es innegable que bitcoin es un medio de intercambio, debe resultar necesariamente que bitcoin fue valorado como mercancía antes de ser usado en intercambio directo. El hecho de que podamos ignorar las motivaciones de los actores originales o las propiedades que fueron (o son) valoradas por ellos, resulta irrelevante.

Faggart (2014a, 2014b, 2014c) también apoya la idea de que el bitcoin debe reconciliarse con el teorema de la regresión. Observa, sin embargo, que el argumento de Surda es circular: Aunque el teorema es apodíctico, no posemos sencillamente asumir las cadenas de razonamiento usadas para deducir que la teoría es correcta. Como el bitcoin se diseñó desde el principio para ser dinero y por tanto no parece tener un uso directo original claramente identificable, es necesario responder a los críticos que cuestionan el teorema y debemos hacerlo proporcionando algún tipo de evidencia empírica. Para satisfacerlos, dice Faggart (2014c), debemos examinar la historia para identificar cuándo pasó bitcoin de ser un “bien de consumo” a ser usado en el intercambio indirecto.

Murphy (2013a, 2013b, 2014) sostiene que si alguien quiere encajar la teoría misesiana con el bitcoin, es bastante posible hacerlo entendiendo que los primeros actores en adquirir la criptodivisa lo hicieron por razones ideológicas. Podemos comparar esto con el tipo de valor que la gente obtiene de contribuir a una causa o una institución caritativa. Debido a esas motivaciones, la gente tenía un marco para evaluar su poder adquisitivo, dic Murphy. Se pregunta si podría ser posible que un medio de intercambio apareciera en el mercado sin tener ningún uso directo en absoluto. Por ejemplo, dice Murphy, consideremos una persona que quiera ser el primero en entregar algo de valor en el mercado para adquirir un bien completamente nuevo (como un bitcoin) sencillamente porque tiene el potencial para convertirse en un medio de intercambio. Esto, por sí solo, podría establecer su precio y así preparar el escenario para su aparición real como medio de intercambio. Por supuesto, esto supone que el bien en cuestión tiene atributos que lo hacen especialmente apropiado para ese fin. En este caso, el nuevo medio de intercambio, suponiendo que se convierta en uno, nunca se valoría por otra cosa que su uso en el intercambio indirecto. Murphy declara por tanto que, si es así, debe haber algún “vacío” en el argumento de Mises.

Suede (2011) también adopta la idea de que un objeto no tiene que valorarse necesariamente antes de su aparición como medio de intercambio. Por tanto, no nos hace falta buscar un valor de bitcoin como tal, o el punto en el tiempo en el que transiciona de mercancía a medio de intercambio. El argumento de que los participantes del mercado siempre tienen que experimentar un bien de alguna manera directa antes de poder usarlo como medio de intercambio no es cierta. Lo único que se necesita es que perciban los beneficios del intercambio indirecto para inventar el medio necesario. Según Suede, las propiedades de intercambio indirecto del oro por sí solo le darían valor incluso si nunca hubieran tenido otro uso. En una línea similar, bitcoin podría aparecer como un medio de intercambio sin ningún valor de intercambio directo y hacerlo en ausencia de una red existente de precios. Como consecuencia de estas observaciones, Suede sugiere que toda la aproximación de Mises al origen del dinero es errónea.

Sin embargo, lo que los argumentos anteriores tienen en común es que interpretan mal el teorema de la regresión de Mises. De hecho, la cuestión de si el bitcoin puede o no reconciliarse con el teorema de la regresión se equivoca completamente. Aunque algunas de las afirmaciones planteadas por estos comentaristas son muy convincentes, el debate se ha planteado en término completamente equivocados. Para entender por qué, resulta apropiado revisar el teorema de la regresión.

 III.            El teorema de la regresión de Mises

Antes de que se publicara La teoría del dinero y del crédito en 1912, nadie había sido capaz de emplear las lecciones aprendidas durante la revolución marginal con respecto al valor subjetivo y la teoría de la utilidad marginal y aplicarlas al dinero. Los bienes que no son dinero tienen utilidad marginal, lo que podría explicar sus planificaciones en términos de dinero, pero el propio dinero no podía tener utilidad marginal, o eso se pensaba. ¿Cómo podría?, se preguntaban los economistas de entonces. Si la utilidad marginal fuera aplicable al dinero, su planificación de demanda solo podría explicarse analizándolo en términos de los demás bienes en el mercado. Pero si todos estos bienes se valoran en términos de dinero y aún así el dinero de valora en términos de estos, está claro que estamos ante un argumento circular, decían. Consecuentemente, el dinero se separó de la teoría praxeológica y de la acción individual.

El logro de Mises fue demostrar, sin presentar un argumento circular, que la planificación de demanda del dinero puede explicarse usando la teoría de la utilidad marginal y que esta tiene una curva descendente, como cualquier otro bien. Además, demostraba que la demanda de dinero es para guardarlo para intercambios futuros. Esta comprendida por una demanda de intercambio por aquellos que desean obtener dinero y una demanda de reserva por aquellos que lo poseen. Mises fue capaz de eludir el problema de la circularidad introduciendo un elemento circular en el argumento, de esta manera: El dinero se evalúa subjetivamente (en términos de otros bienes), no evaluando simultánea y subjetivamente los precios de otros bienes (en términos de dinero), sino más bien empleando los precios objetivos que ya existen, Dicho de otra manera, el valor subjetivo de intercambio del dinero (para guardarlo) hoy tiene lugar usando como punto de partida los valores objetivos de intercambio de ayer. Esto es lo crucial del teorema. Menger había colocado los cimientos para establecer las características técnicas del dinero, pero la contribución de Menger no explicaba cómo se obtenía el valor (subjetivo) del dinero. Como dice Mises ([1912] 1953, p. 116):

Ni Menger, ni ninguno de los muchos investigadores que han tratado de seguirle han hecho mucho más que intentar resolver el problema esencial del valor del dinero. Hablando en general, se han ocupado de comprobar y desarrollar las opiniones tradicionales y de exponerlas aquí y allá más correcta y precisamente, pero no han proporcionado una respuesta a la pregunta: ¿Cuáles son los determinantes del valor objetivo de intercambio del dinero?

En La teoría del dinero y del crédito, Mises (1912) acaba hábilmente con todas las nociones erróneas previas con respecto al valor del dinero: que su valor está ligado al coste de producción, que es dependiente de la renta monetaria con respecto a la renta real o que puede reducirse a fórmulas matemáticas, usando ecuaciones de intercambio y variables insostenibles como la velocidad de circulación.[4]

Pero quedaba un problema, afirmaban los críticos, pues si el valor del dinero se determina en parte por la matriz de precios que existían ayer y aun así esos precios se producían usando un valor del dinero que se basaba en los precios existentes el día anterior, ¿no lleva a esto a una regresión infinita? No, decía Mises, pues si nos remontamos lo suficiente, se llega a un punto en el que el dinero aparece por primera vez como medio de intercambio a partir de una economía de trueque puro. Antes de esto, se valora solo por sus usos no monetarios, como una mercancía. La demanda de dinero se remonta por tanto al último día del trueque, cuando los bienes se comercian solo con intercambio directo y cuando termina el elemento temporal de la regresión. Es de esta manera como se eluden todas las acusaciones de circularidad.

El teorema de la regresión es ante todo un argumento basado en deducciones praxeológicas. Sin embargo, puede verse que el teorema incluye dos elementos distintos. La primera parte es una explicación causal-realista de la utilidad marginal del dinero, mientras que la segunda es una explicación causal-genética que trata el origen del dinero. El segundo elemento explica por qué no hay una regresión infinita y cómo la economía pasa de un estado en el que solo hay intercambio directo (un estado de trueque) a uno en el que está presente el intercambio indirecto.

Con referencia a este segundo elemento, Mises ([1912] 1953, p. 110) dice:

Si el valor objetivo de intercambio del dinero debe estar siempre ligado a una relación preexistente de intercambio en el mercado entre dinero y otros bienes económicos (ya que, en caso contrario, las personas no estarían en disposición de estimar el valor del dinero), se deduce que un objeto no puede usarse como dinero, salvo que, en el momento en empieza su uso como dinero, ya posea un valor objetivo de intercambio basado en algún otro uso.

Es importante destacar que a lo que se refiere Mises en este pasaje es al origen de un nuevo dinero (de novo), es decir, desde un estado puro de trueque donde no hay precios monetarios existentes. En ese sentido, la segunda parte del teorema de la regresión solo explicar la génesis de un nuevo dinero donde no existía ninguno antes. Explica cómo una economía de trueque (en la que todo el cálculo económico se lleva a cabo ordinalmente) se convierte en una economía monetaria en la que el cálculo se realiza cardinalmente. No debería interpretarse que significa que una vez se ha establecido un marco calculativo en términos de precios monetarios, todos los medios futuros de intercambio (o monedas) dentro de esa economía deben exigir haber tenido un uso anterior no monetario. Así que la teoría no es una explicación de los orígenes de todas las monedas o todos los medios de intercambio.

De hecho, Mises reconocía abiertamente que un nuevo medio, como una moneda fiduciaria, puede colarse en cualquier marco existente de precios y que, en este caso, la nueva divisa no necesita haber sido valorada nunca directamente como una mercancía. El único requisito es que el valor de intercambio del papel moneda pueda retrotraerse en el tiempo, secuencialmente, a cuando solo existía el dinero mercancía y finalmente al punto en el que esa mercancía era usada solamente en trueque.

Desde una perspectiva histórica, las monedas fiduciarias y otras monedas en papel, como el “dinero de crédito”, se han creado siendo redimibles en dinero mercancía. De esta manera, entre el público se crea confianza en que el nuevo medio será aceptado en el intercambio. Se convierte entonces en dinero. Pero como deja claro Mises, una moneda en papel puede continuar su función monetaria incluso cuando ya no es redimible, siempre que el público continúe teniendo confianza en su aceptabilidad.

Pero aquí hay que señalar algo importante. El teorema de la agresión no tiene nada que decir acerca de la pregunta de por qué se crean las monedas posteriores, por qué continúan siendo aceptadas o por qué desplazan a las existentes. Tampoco tiene nada que decir acerca del tipo al que se intercambia una nueva divisa por la vieja.

Indudablemente, en el caso de una moneda fiduciaria emergente, su redimibilidad a un tipo fijo con la divisa anterior (o dinero mercancía) está ordenada inicialmente por ley. Y podría parecer que este es un requisito necesario para su adopción. Además, podría parecer que una vez se elimina su relación con el anterior sistema monetario y se convierte en verdadero papel moneda, solo lo puede hacer a través de la aplicación de leyes de curso legal. Pero, empíricamente, podemos observar que el requisito legal inicial para la redención y la fijeza del tipo no es una condición necesaria para que una nueva moneda se asocie a una existente. Por ejemplo, el dinero de crédito[5] Puede aparecer sin ninguna estipulación normativa en absoluto: la redención que poseerá inicialmente puede basarse solo en un acuerdo contractual. Además, como aparece como un instrumento de crédito, su característica inicial de redención no es indudablemente instantánea, ni tampoco a un tipo fijo. Y aun así, a pesar de esto y sin el beneficio de ninguna ley de curso legal, aparece como una moneda por sí misma y continúa haciéndolo, incluso cuando han desaparecido todas las relaciones con el régimen monetario anterior.

¿Cómo es posible? Preguntar esto es plantear una pregunta psicológica, porque en último término, toda aceptabilidad del dinero como medio de intercambio está determinada únicamente por los impulsos psicológicos de aquellos que lo usan. El dinero de crédito es posible solo porque las personas tienen suficiente confianza en que otros lo aceptarán en el intercambio, una vez hayan hecho eso ellos mismos. La pregunta de por qué la primera persona lo aceptó como tal solo puede responderse entrando en su mente. Pero incluso la aceptabilidad de una moneda fiduciaria está determinada por la psicología de los actores individuales. Basta con acudir a las antiguas hiperinflaciones para ver que las leyes de curso legal no son ninguna garantía de que la moneda fiduciaria siempre continúe funcionando.

La aplicabilidad de cualquier nueva moneda no es un asunto praxeológico. La redimibilidad puede dar a los participantes en el mercado la confianza en que la nueva moneda sea aceptada por otros igual que la demandaron ellos mismos y las leyes de curso legal dan impulsos adicionales a estas creencias, pero estas nociones no están relacionadas con ningún fenómeno praxeológico que gobierne la génesis del dinero. Tampoco se deduce de la lógica de la acción que, una vez se haya establecido esta confianza, la moneda fiduciaria pueda continuar funcionando como dinero después de haberse eliminado la redimibilidad. Históricamente, es cierto que se han producido estas secuencias de acontecimientos, pero, como son dependientes de la confianza del público, son meramente fenómenos psicológicos.

Lo que tiene que decir la praxeología y lo que importa en lo que respecta al teorema de la represión es que es lógicamente imposible que ningún dinero nuevo aparezca si no hay algún tipo de estructura existente de precios en vigor. Sin precios anteriores presentes de alguna manera, los actores no pueden calcular usando el nuevo dinero. Y por tanto, si no se han establecido monetariamente relaciones de precio entre los diversos bienes y servicios, solo pueden obtenerse a través de un proceso de intercambio directo en la economía de trueque. Esto es lo crucial del teorema de la regresión. Pero no hay necesidad praxeológica de que el nuevo dinero sea legalmente redimible por el viejo o intercambiable a un tipo fijo por este. La praxeología no tiene nada que decir sobre la secuencia de acontecimientos durante la transición. Se limita a prohibir la adopción de un nuevo dinero sin un marco calculativo.

Después de que se publicara La teoría del dinero y del crédito, varios economistas criticaron a Mises diciendo que la teoría no explicaba cómo monedas en papel completamente nuevas podrían reemplazar a los regímenes monetarios fiduciarios. Un ejemplo es el Rentenmark alemán, que se introdujo para remplazar al marco en papel en 1923 como consecuencia de la hiperinflación que experimentó Alemania a principios de la década de 1920. Estaba claro que esta nueva divisa no poseía, ni un valor objetivo de intercambio basado en algún otro uso, ni tampoco un valor previo de intercambio basado en un dinero mercancía. Pero estas críticas a Mises estaban fuera de lugar, porque se basaban en una mala interpretación del teorema de la regresión. Ese teorema no sostiene que a partir de un estado de trueque deba aparecer una moneda nueva o subsiguiente. Tampoco trata de explicar por qué nuevas monedas que no han aparecido del trueque reemplazan a las existentes. Sencillamente indica que para que la nueva moneda sea usada en el cálculo económico debe haber en vigor un sistema existente de precios al que pueda sobreimponerse la nueva moneda, lo que era claramente así en el caso del Rentenmark.

Sin embargo, el establecimiento del Rentenmark es un interesante ejemplo de cómo entran en juego los factores psicológicos cuando una nueva divisa reemplaza a una existente.

Como explica Bresciani-Turoni (1968, p. 347):

En octubre y en la primera mitad de noviembre [de 1923] la falta de confianza en la moneda legal alemán era tal que, como escribía Luther, “cualquier pieza de papel, por muy problemática que fuera su garantía, que estuviera escrito ‘valor constante’ era mejor aceptada que el marco en papel”. (…) Pero por el simple hecho de que el [Rentenmark] tenía un nombre distinto del antiguo, la gente pensaba que era algo distinto del marco en papel, creía en la eficacia de la garantía hipotecaria y tenía confianza.

La razón por la que el Rentenmark podía usarse para el cálculo económico era el recuerdo de una estructura de precios que todavía existía bajo el marco de papel, a pesar de la hiperinflación este último: era esta estructura previa la que permitía al Rentenmark servir como unidad de cuenta, totalmente de acuerdo con el teorema de la regresión. Pero la razón por la que fue aceptado, y por tanto pasó a ser de circulación general, fue puramente psicológica.

Como dice Parsson (2009, pp. 11-12): “El Rentenmark se puso en circulación junto al Reichsmark devaluado y no conllevaba valor real por sí mismo, salvo la simple declaración de que serían tantos Rentenmark y nada más”.

Un ejemplo más reciente de papel moneda suplantando papel moneda es el euro, que sustituyó a varias divisas fiduciarias nacionales existentes en 1992. El teorema de la represión implica que, sin una estructura de precios bajo el sistema anterior, habría sido imposible que el euro se convirtiera en dinero. Sin embargo, más allá de este hecho, la razón por la que el euro fue aceptado por las personas como dinero fue debido a su aceptabilidad anticipada en el intercambio. Esto implicaba diversos factores psicológicos, creados en la mente de la gente, por leyes de curso legal, por diversas garantías del gobierno y por su redimibilidad (durante un tiempo) frente a las divisas anteriores, lo que dio lugar a la confianza necesaria.[6] Por ejemplo, inicialmente, los tipos de cambio de las monedas nacionales se establecieron en tipos fijos entre sí y luego a un tipo arbitrario frente al nuevo euro.

Podría objetarse que estos ejemplos no bastan para demostrar por qué el bitcoin no viola el teorema de la regresión. Por ejemplo, podría argumentarse que el bitcoin no se ha establecido con la ayuda de leyes de curso legal o a un tipo fijo con la divisa anterior. Pero sería un error pensar que, como otras monedas se han establecido como fiduciarias, el argumento praxeológico con respecto al bitcoin no resulta convincente. Los argumentos praxeológicos no pueden ser demostrados ni refutados utilizando datos empíricos. Los ejemplos que hemos dado anteriormente son solo ilustraciones y el propósito es solo comparar los factores psicológicos que entran en juego con los praxeológicos. Lo importante es que los factores psicológicos no tienen ninguna importancia en lo que respecta al teorema de la regresión.

 IV.            ¿Viola bitcoin el teorema de la represión?

No hay requisitos psicológicos claramente definibles para que aparezca un medio de intercambio. Esto contrasta con las necesidades praxeológicas dictadas por el teorema de la regresión. Desde una perspectiva praxeología está claro en la discusión anterior que hay dos circunstancias distintas en las que un nuevo medio de intercambio puede empezar a funcionar como medio de cálculo y unidad de cuenta: (1) el nuevo medio aparece a partir de una economía pura de trueque, en cuyo caso debe tener algún valor previo de uso directo, o (2) aparece cuando hay una estructura existente de precios monetarios en vigor, o al menos el recuerdo de una.

En este caso, el nuevo medio, sea tangible o intangible, no tiene que tener ningún valor como mercancía en uso directo, no tiene que estar necesariamente “respaldado” por ser redimible con algo y no tiene que estar establecido a un tipo fijo. Nada de esto viola o invalida el teorema de la represión. Históricamente, es verdad que los nuevos medios han incorporado a menudo algunas de estas características como medio para crear la reacción psicológica necesaria para inducir a su aceptación, pero no son una necesidad praxeológica desde la perspectiva del cálculo económico. Mientras los precios existan en términos del dinero antiguo, eso es todo lo que se requiere para satisfacer el teorema de Mises.

¿Qué significa esto para bitcoin? Está claro que este casi dinero apareció en escena en presencia de un régimen monetario existente. Por tanto, preguntarse si tenía uno algún valor en uso directo antes de su conversión en medio de intercambio es irrelevante en lo que se refiere al teorema de la regresión. Si era (o es) una mercancía que tenía (o tiene) un valor no monetario y luego discutir sobre si este bien es intangible o no, tampoco tiene ninguna consecuencia para la teoría. Como estaba en vigor una estructura existente de precios, el teorema de la regresión no tiene nada más que decir sobre el asunto. Y no corresponde a los defensores del teorema de la regresión explicar cómo se estableció el precio del bitcoin en relación con la moneda existente en ausencia de cualquier proceso de conversión legalmente impuesto, cuando el teorema no tiene nada que decir sobre el asunto. Más allá de esto, ¿cuál era el elemento crítico que necesitaba bitcoin para aparecer como medio de intercambio? Era que al menos algunos actores tuvieran confianza suficiente como para que cuando lo obtuvieron por primera vez al aceptarlo a cambio de bienes que deseaban vender, pudieron gastarlo en cosas que querían comprar. Puede ser que la razón por la que tenían esta confianza fuera porque bitcoin en realidad tuviera un valor anterior no monetario. Pero analizar las motivaciones de los actores y los factores que indujeron esta confianza queda fuera del ámbito del teorema de la regresión o de cualquier explicación praxeológica. Sin embargo, es un en cuestión interesante, porque si el bitcoin acaba convirtiéndose en dinero (es decir, en un medio generalmente aceptado de intercambio) será el primer dinero no mercancía en tener éxito en ausencia de leyes de curso legal, garantías públicas o algún tipo de respaldo institucional.[7]

Sin embargo, no sería el primer medio de intercambio no fiduciario que aparece de esta manera. Por ejemplo, en Argentina, durante la recesión y la crisis financiera de inicios del 2000, circularon ampliamente medios de intercambio emitidos privadamente como medio para facilitar las interacciones comerciales. Según Colacelli y Blackburn (2005), aproximadamente el 7% de la población del país comerció con el llamado “Crédito” durante 2002. Debería señalarse que este medio de intercambio no apareció derivado del trueque, es decir, no tuvo un valor de uso directo en absoluto. Por el contrario, el Crédito fue emitido por clubs privados en forma de vales en papel. Aunque estuvo inicialmente ligado a un tipo nominal fijo a la moneda fiduciaria existente, no era redimible en esa moneda. Por tanto, no era un sustitutivo del dinero, sino más bien una implantación monetaria independiente. Tuvo éxito, al menos durante un tiempo, porque los usuarios tenían confianza suficiente en que sería aceptado en general dentro de la órbita de los clubs concretos que lo emitieron. Sin embargo, el crédito acabó quebrando como consecuencia de las falsificaciones y la inflación y porque las acciones del gobierno para reflotar el peso llevaron una mayor confianza en la moneda fiduciaria regular. El Crédito nunca tuvo los atributos necesarios para superar las protecciones legales del peso o las propiedades técnicas óptimas para convertirse en una nueva moneda. Sin embargo, demostró, antes de la llegada de bitcoin, que los medios de intercambio en papel emitidos privadamente pueden aparecer en presencia de una divisa existente. Este ejemplo demostraba que puede ser así sin ningún respaldo público ni promesas de redimibilidad por parte del emisor, incluso con oposición del gobierno. La cuestión de si bitcoin puede o no progresar para convertirse en dinero se discute a continuación.

     V.            ¿Puede convertirse bitcoin en dinero?

Carl Menger indicaba los atributos necesarios que debe poseer un bien para tener éxito como dinero, es decir, para convertirse en un medio universal de intercambio. Debería señalarse que su argumento no era praxeológico, ya que no examinaba el dinero sobre la base de su utilidad marginal.  Tampoco buscaba la génesis de un medio de intercambio remontándose en el tiempo, a través del tipo de análisis que proporcionaría posteriormente Mises en el teorema de la regresión. Más bien la contribución de Menger fue proporcionar un análisis empírico e histórico del origen del dinero, especialmente cuando aparecía a partir de una economía pura de trueque.

Para ese fin, Menger concluye que el atributo más esencial que debe tener un bien antes de convertirse en medio de intercambio (y en último término en el medio dominante y por tanto en dinero) es su grado de vendibilidad (liquidez en el mercado, mercabilidad) en el intercambio directo. Hay que señalar que la liquidez en el mercado es subjetiva. No es medible. No tiene explicación praxeológica, porque es un fenómeno psicológico. La liquidez depende de varios factores, según Menger: primero, de la intensidad de la demanda de la mercancía en cuestión; segundo, el poder adquisitivo de aquellos que la demandan; tercero, la disponibilidad de su suministro; cuarto, la divisibilidad de la mercancía; quinto, el desarrollo del mercado, en particular el nivel de especulación. Y finalmente, el tipo y número de restricciones políticas o sociales que puedan imponerse a esta. Luego Menger establece los límites espaciales y temporales sobre su liquidez, que incluye la distribución y permanencia de su demanda, su transportabilidad, su durabilidad y sus costes de almacenamiento, etc. Otros aspectos técnicos importantes son su homogeneidad, reconocibilidad y estabilidad en precio con respecto a otros bienes.[8]

Cuanto mayor sea número e intensidad estos atributos, más probable será que un bien se utilice en intercambio indirecto. Cuando se lleva al mercado un bien menos líquido, el vendedor tratará de intercambiarlo solo por el bien que requiere directamente, pero si esto no es posible, lo hará por la mercancía más vendible que puede usar indirectamente. Esto presupone que el actor tiene conocimiento y confianza suficiente en que la mercancía en cuestión, que él no necesariamente valora por su uso directo, pueda revenderse. Es esta información y garantía con respecto a la liquidez de un bien concreto, entre un creciente número de factores a largo del tiempo, lo que hace que el bien aparezca como el medio más comúnmente usado. Como dice Menger ([1892] 2009, p. 45):

La razón por la que los metales preciosos se han convertido generalizadamente en el medio actual de intercambio (…) se debe a que su vendibilidad es muy superior a la de todas las demás mercancías y al mismo tiempo a que se consideran especialmente cualificados para las funciones concomitantes y subsidiarias del dinero.

Por supuesto, el análisis de Menger no se refiere a la aparición del papel moneda a partir de un dinero material, o del papel a papel. En el caso de una moneda fiduciaria, en la que el gobierno ordena la aceptabilidad del dinero y por tanto su liquidez a través de leyes de curso legal, la moneda está claro que no tiene uso directo, aunque muchos de los factores técnicos, como la divisibilidad, durabilidad, transportabilidad y constancia, sigan siendo deseables.

Pero ¿qué pasa con el dinero que no es fiduciario ni es una mercancía? Como se explica en la sección anterior, no hay necesidad praxeológica de que ningún nuevo medio de intercambio tenga un uso directo, salvo que aparezca del trueque puro y en ese caso solo porque no hay en vigor una estructura monetaria existente de precios. Pero si un nuevo medio de intercambio, como el bitcoin, se prepara para aparecer en presencia de un existente, entonces tener algunos usos no monetarios indudablemente aumenta su liquidez, lo que puede ayudar en su aparición y apresurar su transición a dinero. La vendibilidad inspira confianza en que el nuevo dinero sea aceptado por otros y en que la persona que lo compra como medio de intercambio no se quedará con él en las manos al final del todo. Una vez queda establecido como medio de intercambio y aumenta la demanda de su uso monetario, la demanda de uso directo se hace menos importante, pero, al menos al principio, la demanda no monetaria indudablemente proporciona un impulso importante.

Antes de convertirse en un medio de intercambio, la demanda no monetaria de bitcoin era claramente bastante limitada, pero debía haber tenido utilidad de alguna manera (tal vez como un objeto digital, un juego, una causa, una insignia de membresía, etc.) porque empezó a ser intercambiado por moneda fiduciaria durante 2009. Así, el 5 de octubre de 2009, se publicó el primer tipo de cambio con el dólar de EEUU. Este paso y la llegada de sitios de intercambio de bitcoins como Mt. Gox demostraban que el bitcoin podría venderse a cambio del más líquido de todos los bienes, la moneda vigente y fue por tanto ganando en liquidez, aunque no hay ningún registro de que se haya usado como medio de intercambio en este momento. Sin embargo, dado que bitcoin fue diseñado desde principio para ser dinero, con todas las características técnicas normalmente asociadas con un dinero funcional (y muchas otras adicionales), no tardó mucho en empezar a ser usado en el intercambio indirecto. Según Surda (2014), el primer caso documentado se produjo el 22 de mayo de 2010, cuando Laszlo Hanyecz compraba dos pizzas por 100.000 bitcoins. Evidentemente, en esta etapa, el poder adquisitivo del bitcoin era relativamente bajo, pero a medida que cada vez más gente reconocía su liquidez y la posibilidad de que pudiera algún día convertirse en dinero, la demanda aumentaba, principalmente como especulación.

La especulación en bitcoin ha aumentado a veces su poder adquisitivo y su tipo de cambio con el dólar y dado lugar a una opinión de que está funcionando la “teoría del más loco”. Muchos creen que el mercado del bitcoin representa una burbuja que acabará estallando. North (2013) incluso argumenta que la creación del bitcoin es algo equivalente a un esquema de Ponzi. Pero, como señala Rothbard ([1962] 2004, pp. 130-136), especulación no indica necesariamente error económico. Por el contrario, los agentes económicos que se dedican a este tipo de comportamientos podrían tener razón en sus predicciones, en cuyo caso sus acciones pueden considerarse beneficiosas, pues aceleran el ajuste de la mercancía hacia su precio de equilibrio. Por tanto, la pregunta es esta: ¿Está justificada la mayor demanda especulativa de bitcoins? Nadie puede responder con seguridad.[9] Pero mientras que la liquidez inicial del bitcoin no fue particularmente impresionante antes de convertirse en un medio de intercambio, siguen poseyendo algunas características verdaderamente únicas que deberían potenciar su utilidad y posiblemente su mercabilidad ahora que es un medio de intercambio.

Graf (2013b) indica algunos de los atributos monetarios del bitcoin: es infinitamente duradero, tiene una oferta finita, tiene costos de transacción muy pequeños, no puede falsificarse, es apolítico y no tiene limitaciones debidas a fronteras. Además, no tiene peso y es más fácil de intercambiar que el oro. Suede (2011a) menciona que este casi dinero no puede confiscarse, ya que los ficheros en los que residen pueden copiarse y ocultarse. Las restricciones políticas podrían plantear un problema, pero el hecho de funcionar por pares significa que el gobierno tendría que cerrar la web para detenerlo: una perspectiva improbable. Otra característica es que cuando se intercambia se hace a través de una red y se trasmite electrónicamente, pero un bitcoin no es sustitutivo de lo que se envía, más bien es esa misma moneda. Esto, y el hecho de que bitcoin elude la necesidad de bancos comerciales, significa que no habría necesidad de sustitutivos de dinero y los medios fiduciarios podrían dejar de tener que producirse. Unido a las existencias finitas de bitcoin, es posible que un beneficio adicional fuera de la eliminación permanente del ciclo económico,[10] siempre que, por supuesto, el bitcoin llegara a ser usado universalmente y desplazara a todas las monedas fiduciarias y materiales. Ver también Surda (2012) sobre este tema.

Las funciones verdaderamente únicas de bitcoin, como detalla Surda (2014), son no monetarias e incluyen las siguientes: puede actuar como un medio eficaz de notarización, puede actuar como “propiedad inteligente”,[11] puede realizar transferencias condicionales,[12] elimina la necesidad de intermediarios, particularmente en transacciones multiparte, puede actuar como una forma de propiedad de acciones eliminando la necesidad de intercambios independientes de acciones, puede registrar transacciones para fines de auditoría, etc., etc. Estos factores están por supuesto asociados muy de cerca a la función monetaria (pero no son los mismos). Esto aumenta la interesante posibilidad de que al irse intercambiando cada vez más bitcoins y no solo almacenando para fines especulativos, estas características únicas sean más evidentes para más usuarios, aumentando así la demanda todavía más, en un círculo virtuoso en el que demanda y liquidez se refuerzan entre sí.

Casey (2011) es de la opinión de que como bitcoin no está respaldado por nada, acabará fracasando. Sus comentarios son bastante típicos de quienes ven el mercado como una burbuja: “los bitcoins son solo una abstracción electrónica. No pueden usarse para nada más, ni están hechos de algo que pueda usarse para algo más”.

Es verdad históricamente que las monedas materiales como el oro y la plata han tenido un uso directo como joyería, etc. Pero, como deja claro Mises, una vez un medio se convierte en generalmente aceptado por el público, y por tanto en dinero, el uso directo subyacente puede desaparecer completamente, incluso si la mercancía continúa funcionando como dinero. La liquidez da lugar a más liquidez al aumentar la confianza en el nuevo dinero. Así que la causa de la liquidez original (su uso directo) se hace cada vez menos importante. Además, el dinero siempre funciona mientras la gente tenga confianza en él y esto es cierto incluso si tiene un uso directo concurrente. Ni siquiera si el oro llegara a convertirse de nuevo en el medio de intercambio universalmente aceptado, no estaría “respaldado” por algo de igual valor. Esto es porque, en igualdad de condiciones, cuando una mercancía se convierte en dinero, la mayor demanda de intercambio hace que su precio (en términos de otros bienes) se convierta en mayor (normalmente mayor en varios órdenes de magnitud) que el precio que tendría si se usara solo como mercancía. Como puede decirse que la mayor demanda de intercambio representa la confianza de la gente, previsión, expectativas, etc., que continuará siendo universalmente aceptada en el intercambio indirecto, debe resultar que, si la confianza de la gente desapareciera, su precio caería. Si la capacidad del oro de llevar a cabo su función como dinero se evaporara repentinamente en las mentes de los participantes en el mercado (supongamos que se descubre otro dinero que resulta reconocido generalmente como superior), los usuarios de dinero oro descubrirían pronto que su dinero estaba “respaldado” por relativamente poco.[13] Por supuesto, esto también es verdad para el dinero fiduciario, donde la confianza inicial la proporcionan las garantías del gobierno y la mantienen las leyes de curso legal y la política fiscal. Si se pierde toda la confianza del gobierno, el verdadero valor subyacente muy limitado o inexistente del papel se revela en seguida.

 VI.            Una hipótesis

Supongamos que bitcoin evolucionara como dinero directamente desde el trueque: ¿constituiría esto entonces una violación del teorema de la regresión? Antes de que tratemos de responder esta pregunta, señalemos que este supuesto es patentemente falso. Bitcoin es un producto del siglo XXI, muy distante del tiempo en el que el trueque era la manera generalmente aceptada de facilitar el comercio, si es que existía. Además, es muy dudoso que un objeto digital que requiere una infraestructura extremadamente compleja, como internet, pudiera desarrollarse nunca en una economía de trueque puro, donde la división del trabajo es casi inexistente.

¿Por qué hacerse entonces esta pregunta? Abandonamos la realidad de esta manera para hacer una distinción económica importante. Los economistas no tienen a su disposición experimentos controlados y por tanto debe excusárseles por usar condicionales contrarios a los hechos.

Así que suponemos que ha aparecido bitcoin, de novo, a partir de una economía de trueque puro. Si el teorema de la regresión dice que el dinero solo puede aparecer de una mercancía y “mercancía” significa bien tangible, entonces ese teorema es falso. Suponiendo que bitcoin es un dinero (todavía no está generalmente aceptado, aunque un día podría estarlo) el teorema de la regresión es falso porque bitcoin no es, y nunca ha sido, una mercancía. Por otro lado, si el teorema de la regresión dice que el dinero debe derivar de algo que tiene valor, entonces el teorema de la regresión es verdadero. Los bitcoins eran algo “de valor” para al menos algunas personas, incluso desde su concepción. Así que ¿qué dice realmente el teorema de la regresión?

¿Cómo cuadra frente a este criterio el análisis de quienes analizan el teorema de la regresión? La mayoría hablan de él en términos de mercancía, no de algo de valor.

Por ejemplo, Rothbard aclara (1963; cursivas añadidas por los autores actuales):

Este proceso: el desarrollo acumulado de un medio de intercambio en el libre mercado es la única manera en la que puede crearse un dinero. El dinero no puede originarse de ninguna otra manera, ni por todos decidiendo repentinamente crear dinero con un material inútil, ni por un gobierno llamando “dinero” a pedazos de papel. Pues en la demanda de dinero está incluido el conocimiento de los precios monetarios del pasado inmediato; al contrario que los bienes de consumo o producción usados directamente, el dinero debe tener precios preexistentes sobre los que basar una demanda. Pero la única manera en que esto puede ocurrir es empezando con una mercancía útil bajo trueque y luego añadiendo demanda para un medio de intercambio a la demanda previa para uso directo (por ejemplo, para ornamentos en el caso del oro). Así que el gobierno no tiene poder para crear dinero para la economía: solo puede desarrollarse por los procesos del mercado libre.

Y en opinión de Mises (1912; cursivas añadidas):

Los resultados muy satisfactorios ofrecidos por la teoría subjetiva del valor podrían parecer justificar la opinión de que esta doctrina y especialmente su proposición con respecto a la importancia de la utilidad marginal debe necesariamente quedarse corta como medio para tratar el problema del dinero. Según su argumento, el valor objetivo de intercambio de dinero no está determinado en absoluto por los procesos del mercado en los que se intercambian dinero y otros bienes económicos. Si el precio monetario de una sola mercancía o grupo de mercancías es evaluado erróneamente en el mercado, entonces los desajustes resultantes de la parte la demanda y la producción y el consumo de esta mercancía o grupo de mercancías producirán antes o después la corrección necesaria. Si, por otro lado, todos los precios de mercancías o el nivel medio de precios debían por cualquier razón aumentar o disminuir, no hay ningún factor en las circunstancias del mercado de mercancías que pueda producir una reacción. Por consiguiente, si va a haber alguna reacción en absoluto contra una evaluación de precios que sea demasiado alta o demasiado baja, debe originarse de una manera u otra fuera del mercado de mercancías.

Cuando Mises y Rothbard escribieron estas palabras, no existían los bienes digitales. Para estos economistas, los bienes intangibles (en su sentido más amplio) eran servicios laborales, marcas, fondos de comercio, etc. y diversos activos financieros como políticas de seguros, acciones y bonos.

Es muy difícil explicar cómo bienes intangibles como estos podrían haberse convertido alguna vez en medios de intercambio, no digamos dinero. Por ejemplo, imaginemos que Smith vende una vaca a Jones, a cambio de 20 horas de trabajo de Jones y luego Smith, en lugar de pedir a Jones que trabaje para él, intercambia este trabajo (o una porción de este) con Green para comprar, digamos, una fanega de trigo. Es verdad que el trabajo de Jones está siendo usado por Smith de una manera indirecta para vender su vaca y comprar una fanega de trigo a Green. Pero indudablemente es muy dudoso que el trabajo de Jones pueda convertirse alguna vez el dinero. Un problema inmediato es que Jones no puede estar en todas partes y por tanto tendría que haber múltiples Jones, todos aceptando usar su trabajo como medio de intercambio. Pero el trabajo no es nunca completamente inespecífico, así que no habría homogeneidad. Nunca podría servir como unidad de cuenta. Esta falta de homogeneidad es cierta para todos los demás accesos intangibles (no digitales). Por tanto, nunca se les habría ocurrido a Mises y Rothbard que los bienes intangibles pudieran usarse alguna vez como dinero. Parece absurdo. No dejaría de ser razonable que afirmaran que el dinero de novo debe derivar de un bien tangible.

Sin embargo, para el economista moderno, la era digital cambia la noción de bien intangible. Los bienes digitales intangibles pueden replicarse para crear unidades idénticas: pueden ser completamente homogéneos. En un sentido importante, pueden incluso ser más homogéneos de lo que pueda ser cualquier bien físico. Además, pueden ser instantáneamente transportables por internet y casi infinitamente invisibles y duraderos. Hasta el desarrollo de bitcoin, los bienes digitales no habrían constituido un buen dinero. Sin embargo, bitcoin combina las características de un algoritmo que limita la oferta con un método de verificación de transacciones (en la blockchain) que limita el gasto doble y emplea criptografía asimétrica que usa funciones de curva elíptica sin solución. De esta manera, los objetos digitales pueden ser extremadamente seguros, con una oferta que no puede falsificarse o inflarse.[14] En resumen, ahora existen bienes intangibles que pueden tener todas las características del dinero.

Supongamos que al usar la palabra “mercancía” Mises y Rothbard querían referirse a una mercancía tangible, como el oro, y no a una intangible. Si es así, ¿se equivocaban cuando decían que el dinero que deriva del trueque debe ser una “mercancía”? ¿Habría sido más correcto decir que debe tener un “valor” de uso directo, abarcando así todos los bienes y no solo los tangibles? Parece un poco duro decir que se equivocaban, sabiendo lo que ahora sabemos acerca de los bienes digitales y planteando un mundo casi imposible en el que objetos digitales como el bitcoin aparecen en una economía de trueque puro. Pero, hablando estrictamente, para tener en cuenta todas las posibilidades, incluso las improbables, sería realmente más completo decir que el teorema de la regresión debería implicar que cuando el dinero aparezca por primera vez a partir de un estado de trueque puro (y se crea por primera vez un marco de cálculo cardinal), el bien en cuestión debe tener antes valor de uso directo.

VII.            Conclusión

El teorema de la regresión de Mises que es un análisis praxeológico de la utilidad marginal del dinero. Dice que los precios monetarios objetivos usados en el cálculo hoy se basan en parte en los precios monetarios objetivos de ayer. Para que cualquier bien sea usado como medio de intercambio, deba haber ya en existencia un marco objetivo de precios. Como el mismo primer medio de intercambio en aparecer debe haberlo hecho cuando no había precios monetarios, de esto se deduce que este bien debe haberse valorado, y trocado, originalmente en intercambio directo. El teorema de la regresión no dice que todos los subsiguientes medios de intercambio deban haber sido intercambiados directamente o tengan un valor de uso directo.

La anterior explicación de Menger sobre el origen del dinero es un análisis empírico e histórico. Dice que como el dinero (el medio de intercambio generalmente aceptado) es el bien más líquido, de esto se deduce que las cosas con un alto grado de liquidez en el intercambio directo son las que tienen más posibilidades de aparecer como dinero en el intercambio indirecto. Pero no hay una necesidad praxeológica de que el dinero deba tener un uso directo para ser vendible. La mercabilidad del dinero depende de la confianza de los participantes en el mercado. La liquidez es un fenómeno psicológico.

Quienes tratan de determinar si el bitcoin viola el teorema de la regresión preguntándose si se ha valorado o no directamente, están ladrando en el árbol incorrecto. Bitcoin no necesita tener un valor de uso directo para ser un medio de intercambio, porque no aparece a partir de una economía de trueque puro. Este medio de intercambio no viola por tanto el teorema. Está claro que tiene ese valor, porque fue intercambiado directamente por otros bienes, incluyendo el dólar de EEUU. Esto proporcionó la liquidez inicial, que le ayudó a convertirse en un medio de intercambio. ¿Será bitcoin alguna vez suficientemente líquido como para convertirse en generalmente aceptado y por tanto en dinero? Es algo único entre todos los anteriores medios de intercambio[15] en el sentido de que incorpora numerosas características novedosas, muchas de las cuales ofrecen solo sus servicios cuando se usa como medio de intercambio. Esto significa que, al irse adoptando cada vez más, es probable que aumente su liquidez, no solo porque lo aceptarán más personas por sus usos monetarios, sino también porque más gente reconocerá las ventajas de sus usos no monetarios. Queda por ver si alguna vez puede convertirse o no en dinero.

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[1] Sobre praxeología, ver Block (1973), Hoppe (1991, 1995), Hülsmann (1999), Mises (1969, 1998), Polleit (2008, 2011), Rothbard (1951, 1957), Selgin (1988).

[2] Un número menor de comentaristas sostiene que el teorema de la regresión se refiere a la aparición del dinero más que a la de un mero medio de intercambio y como bitcoin todavía no es dinero, dicen que no es necesario reconciliar la presencia de bitcoin en el mercado con la teoría. En realidad, dicen estos autores, la teoría demuestra que bitcoin nunca se convertirá en dinero. Sin embargo, como señala Murphy (2013b), este argumento olvida el hecho de que el teorema de la regresión es una teoría praxeológica, que no se preocupa por la cuestión de por qué o cuándo un medio de intercambio se convierte en dinero. La transición al dinero es un proceso gobernado solamente por la liquidez del bien en cuestión y la respuesta psicológica de los actores y el momento en que ocurre se determina arbitrariamente de acuerdo con un estándar definido. En la práctica, el avance de un medio de intercambio a dinero ocupa un espacio continuo. Ver sobre esto Block y Barnett (2008).

[3] “Una blockchain es una base de datos de transacciones compartida por todos los nodos que participan en un sistema basado en el protocolo bitcoin. Una copia completa de una blockchain de moneda contiene toda transacción ejecutada con dicha moneda”. De https://en.bitcoin.it/wiki/Block_chain.

[4] Ver Rothbard (2004, pp. 831-842) y (2011, pp. 685-708) para una crítica de la ecuación de intercambio y la noción de velocidad del dinero.

[5] Ver Mises (1912) pp. 61-62.

[6] También los gobiernos anunciaron que solo aceptarían esta nueva divisa para fines fiscales.

[7] Prácticamente la verdad es lo contrario. Bitcoin se enfrenta a oposición pública real. Ver https://www.google.ca/?gfe_rd=cr&ei=EXk7VIS8Is2GoQT8xoHQDQ&gws_rd=ssl#q=government+opposes+bitcoin.

[8] Está claro que Menger no fue el primero en explicar los atributos necesarios del dinero en general ni de los metales preciosos en particular. Por ejemplo, Aristóteles en su Política, Libro I, Sección IX explica cómo el dinero debería ser transportable, divisible e “intrínsecamente útil” (tiene un uso directo). Dice: “Cuando los habitantes de un país se hacen más dependientes de los de otro, importan lo que necesitan y exportan aquello de lo que tienen demasiado, se usa necesariamente dinero”. Adam Smith, en La riqueza de las naciones, explica como la durabilidad y la divisibilidad son características importantes del dinero. Según Smith ([1776] 2005, p. 26): “Los metales no solo pueden guardarse con tan poca perdida como cualquier otra mercancía, difícilmente cualquier cosa es menos perecedera que estos, pero igualmente pueden, sin pérdidas, dividirse en partes, igual que pueden reunirse fácilmente mediante fundición, una calidad que no posee ninguna otra mercancía igualmente duradera y que, más que ninguna otra cualidad, los hace apropiados para los instrumentos del comercio y la circulación”. Con respecto a los metales preciosos, Jean Baptiste Say ([1821] 1971, p. 222) lista muchas de las mismas características: los metales preciosos son invisibles, homogéneos, resistentes a la fricción (es decir, duraderos), suficientemente raros y capaces de ser acuñados. John Stuart Mill ([1848] 2009, p. 338) dice que las razones por las que los metales preciosos se convirtieron en dinero fueron que “agradaban a todos en su posesión”, eran transportables, fáciles esconder, divisibles, homogéneos y “su pureza puede evaluarse y certificarse”. Y Jevons ([1875] 1898, pp. 30-39) lista los atributos necesarios de un buen dinero como sigue: utilidad y valor, portabilidad, indestructibilidad, homogeneidad, divisibilidad, estabilidad de valor y reconocibilidad.

[9] Este es básicamente un problema empresarial, no de economía praxeológica.

[10] Para la teoría austriaca del ciclo económico que apoya esta afirmación, ver Hayek (1931), Mises (1998), Rothbard (1993).

[11] Se llama propiedad inteligente a la situación en la que un título está contenido dentro de la blockchain. El título podría ser de una vivienda, un automóvil, acciones, etc. Los títulos guardados así pueden comerciarse o usarse como aval con probabilidades muy bajas de fraude. Esto fue propuesto por primera vez por Nick Szabo (1997).

[12] Cualquier transferencia que sea condicional sobre alguna acción o evento que se produzca, por ejemplo, stock options, futuros, apuestas.

[13] Pero no nada. Este metal seguiría siendo útil para joyería, falsos dientes, etc.

[14] Inflarse más allá de una cantidad finita; en el caso de bitcoin, 21 millones de unidades.

[15] Por ejemplo, el “ducat” de Hayek (1978). Para una crítica, ver Rothbard (1992).

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