domingo, 1 de abril de 2018

No, el presidente no es nuestro entrenador, por Mises Hispano.

La presentadora de Fox News, Laura Ingraham, sin duda causó un terremoto con sus comentarios recientes con respecto a las superestrellas de la NBA, LeBron James and Kevin Durant. En caso de que no los hayáis oído, tanto James como Durant realizaron comentarios despectivos sobre el presidente Donald Trump mientras eran “entrevistados” en la parte trasera de un todoterreno. Ingraham respondió posteriormente a estos comentarios en su programa diciendo a ambos jugadores (entre otras cosas) que se “callaran y botaran”. Como cabía esperar, se ha producido un revuelo considerable.

Pero lo que tal vez sea más interesante es una parte del comentario inicial por parte de ambas partes que se ha escapado a muchos cuando discutían los distintos puntos. Mientras hablaba del presidente, Durant decía que “Creo que nuestro país como equipo no está dirigido por un buen entrenador”. Esto hizo que Ingraham dijera: “LeBron and Kevin, sois grandes jugadores, pero nadie os ha votado. Millones eligieron a Trump para ser su entrenador”.

¿Es apropiada la etiqueta que dan al presidente Ingraham y Durant (y James por asociación)? ¿Es el presidente de Estados Unidos realmente el “entrenador” del pueblo? El presidente no se ajusta a esa descripción en prácticamente ningún aspecto que se pueda asignar al título de entrenador. El presidente (cualquier presidente) no es en absoluto nuestro presidente y estas dos estrellas de la NBA e Ingraham se equivocan al calificarle como tal.

En cualquier deporte, un entrenador es alguien que te aconseja, critica, inspira y enseña. El presidente no hace ninguna de estas cosas, salvo que trabajes directamente para él. Un entrenador es alguien al que conoces personalmente y que tiene un interés en que hagas bien tu trabajo. James y Durant no conocen personalmente al presidente y parece que no tienen ningún deseo de conocerlo. En nuestras vidas, muy pocos conocerán alguna vez a un presidente en el cargo y muchos menos tendrán una relación personal con él.

Todo esto va en contra del mito que la mayoría hemos oído de que el presidente “dirige el país”. En realidad, personas privadas dirigen el país en lugar del presidente. Los dueños de pequeñas empresas, CEO, jefes y cabezas de familia son los que en realidad dirigen nuestras instituciones cotidianas. Ni siquiera es correcto que el presidente dirija el estado. Esta a cargo de la rama ejecutiva del gobierno federal. Es es muchísimo más específico.

Posiblemente sin saberlo, James y Durant han realizado un excelente alegato a favor de un poder presidencial más limitado. Después de todo, si un mal presidente (y ambos creen sin duda que Trump lo es) puede conseguir el tipo de control que ellos creen que puede, más limitaciones habrá que poner a ese presidente. Puede sacarse una lección beneficiosa en todo esto. Si al presidente al que votas y admiras asume más poder, ese mismo poder puede ostentarlo un presidente indeseable en el futuro. Es algo a recordar cuando un político amasa más autoridad.

A la vista de esto, deberíamos agradecer que el presidente no actúe como nuestro entrenador, jefe, pastor, padre o cualquier otra figura de autoridad en nuestras vidas personales. Si lo hiciera, sería una clara violación de las limitaciones constitucionales que se supone que le limitan. Así que cuando votamos por un presidente, no estamos votando por un entrenador. La persona a la que votamos tiene un papel mucho más limitado en nuestras vidas que eso. Es algo muy bueno.


El artículo original se encuentra aquí.

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