Sé que lo que voy a decir a continuación puede sorprender a más de una mujer de las que hoy participan a la huelga feminista en adelante el movimiento paternalista. Mucho me temo que la mayoría de esas mujeres ni siquiera han leído el manifiesto de la Huelga de 8M. Y por eso, yo que sí me he tomado la molestia en leerlo y como no me esperaba menos, algo que siempre ocurre con las ideas y las propuestas del socialismo, una vez más son pura contradicción. Es por eso que invito a todas las mujeres primero leer el manifiesto. Es importante diferenciar entre los falsos mitos y la pura realidad. Espero que mi contribución encienda esa chispa tan necesaria para abrir la mente de muchas mujeres hacia las ideas de la libertad.
Las feministas, que son colectivistas de un movimiento claramente paternalista, reivindican a lo largo de todo el manifiesto la diversidad diciendo y cito “Nuestra identidad es múltiple, somos diversas”. Parecería que sí están orgullosas de esa diversidad. Pues se ve que no. Después, en todo el documento piden actuaciones por parte del Estado cuyo resultado es lo contrario a diversidad. Nos quieren pasar a todas por encima con la apisonadora del pensamiento único socialista y acabar con nuestra individualidad y diversidad. Obviamente quienes llevamos toda la vida cooperando y trabajando en la sociedad real, en la economía real, levantando proyectos empresariales o trabajando en muchos proyectos vitales ya sabemos por dónde va la cosa. Y es que lo que piden las huelguistas del 8M es más regulación, más intervención estatal en nuestras vidas y por supuesto más ingeniería social para que todas las mujeres nos sometamos a ese pensamiento único que lleva el claro sello de la dictadura del movimiento paternalista, un movimiento con una profunda ideología liberticida y anti-progresista: el socialismo.
Pero mira tú por dónde, NO todas las mujeres somos socialistas. Ni queremos que se nos asocie o peor, se nos imponga el pensamiento único de esta nueva ola colectivista. Igual que Hipatia de Alejandría, ni todas elegimos volver a la cueva, ni tampoco queremos andar recogiendo nuestra sangre en copas o peor aun, dejarla por el asfalto de nuestras ciudades porque dicen algunas descerebradas que eso de llevar compresas es fruto del machismo; y por supuesto defenderemos a muerte si hace falta la libertad de educar a nuestras hijas e hijos por nuestra familia, y no por la tribú. Y hablo de Hipatia porque quizás lo que muchas mujeres no saben es que esta filósofa y matemática, según nos cuenta la historia, fue la primera mujer en hacer uso de un trapo como compresa. Esta mujer en el siglo V lo tenía claro y sabía que igual que cualquier otra persona, mujer u hombre, ella debía trabajar mucho y luchar por lo que ella quería ser.
Hoy en la España de la Europa Occidental, hablar de mitos como la brecha salarial o las barreras de acceso al mercado laboral para las mujeres es faltar mucho a la verdad. Tenemos un sinfín de fuentes objetivas donde vemos que la cosa no va por donde quieren llevarnos quienes gritan a favor de los derechos de la mujer pero son las primeras en atacar incluso violentamente a todas las personas que no compartimos su visión. España hoy está en el top 5 de los mejores países para nacer como mujer según nos revela el Índice Mujeres, Paz y Seguridad.
Si tenemos que hablar de brechas, hablemos de brechas reales, las generadas por el propio movimiento paternalista que se alimenta de millonarias subvenciones estatales con cargo a nuestros impuestos. Hablemos también de la terrible ley de cuotas que insulta nuestra inteligencia y levanta barreras al desarrollo normal de las actividades tanto de mujeres como de hombres. Esta ley liberticida perjudica gravemente a las personas y a las organizaciones más débiles, algo que no pareció digno de recoger por el manifiesto del 8M. Hablemos del derecho a la libre contratación que afecta a mujeres y hombres de forma directa. Hoy en las escuelas y guarderías se coarta su capacidad por generar empleo nuevo como consecuencia de estas normativas liberticidas. Resulta que el Estado les impide contratar a mujeres porque deben contratar a un mínimo de hombres, “la cuota”. Y como no hay tantos hombres que busquen trabajo como educadores, a la postre las mujeres paradas somos las perjudicadas. O cojamos el ejemplo contrario, donde la ley de cuotas perjudica gravemente el derecho de sufragio pasivo a los hombres. En España hoy la ley de paridad obliga a dejar de lado a hombres de gran valía para una organización, sobre todo si es una organización más pequeña o joven a la hora de preparar las listas electorales. La ley obliga que haya un mínimo de 40 % de mujeres y en algunas regiones hasta un mínimo del 50 % como ocurre en el País Vasco y Andalucía con la famosa lista cremallera: una mujer, un hombre. Es un escenario complicado incluso para los grandes partidos donde hay más mujeres. Pero ni os podéis imaginar lo demencial que es para las organizaciones pequeñas que son mucho más débiles y que muy a menudo ven como esta injusta ley de cuotas conocida como ley de paridad les impide ejercer el derecho constitucional de presentarse a las elecciones de la supuesta democracia española.
Si finalmente hubiera que celebrar un día especial en el que hagamos huelga, ese habría de ser el día en que por fin consigamos divorciarnos del hiper-Estado clientelar, despilfarrador y liberticida que es la socialdemocracia. Esa bola gigantesca que se traga todos nuestros recursos y escupe como resultado un millón de páginas de nueva normativa al año. Hagamos huelga porque hoy por hoy el Gobierno bajo al protección de un Estado grande y poderoso viola constantemente nuestro derecho fundamental a la libertad y a la propiedad. Plantémosle cara porque nos recorta nuestra libertad económica impidiéndonos destinar nuestros recursos de forma directa a la educación de nuestros hijos —sean en centros educativos, sea en el hogar—; al plan de jubilación que cada uno quiere, puede y necesita para una vejez digna; a disfrutar de los mejores servicios para cuidar de nuestra salud mediante el acceso a la sanidad privada de nuestra elección; a poder cotizar para nuestro paro y para cualquier otra situación imprevista en nuestra vida laboral mediante sistemas de ahorro y capitalización, y no estar bajo la bota estatal a merced de la estafa piramidal actual llamada seguridad social que en realidad queda más que demostrado que es INSEGURIDAD social. Nos quita mucho y nos devuelve más bien poco. Estos sí son aspectos esenciales para la vida de las mujeres y de los hombres y merecería la pena hacer huelga todo el año hasta conseguir ese divorcio del hiper-Estado.
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